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Bohr (1885-1962),  que también recibiría el Nobel de  Física en
                      1922, realizarían ya en el siglo xx los experimentos y postulados
                     necesarios para conseguir la comprensión completa de la estruc-
                     tura del átomo.  Se hace necesario en este punto recalcar que,
                     aunque los átomos constituyentes de los compuestos y moléculas
                     finalmente sí podían subdividirse a su vez en otras partículas fun-
                     damentales - esencialmente los electrones en su corteza, y los
                     protones y neutrones en su pequeño y densísimo núcleo-, la
                     teoría atómica de Dalton proporcionó una base de trabajo lo su-
                     ficientemente sólida durante casi un siglo.  En realidad, y como
                     muchos autores remarcan,  dentro del campo de la química el
                     átomo sigue siendo indivisible. Y solo la física moderna, que con-
                     templa los procesos de fusión y fisión nuclear, así como la exis-
                     tencia  de  isótopos  - átomos  que  varían  en  su  composición
                     nuclear al variar el número de neutrones y, por tanto, varían en
                     masa- , contradice en parte el enorme legado de la investigación
                     llevada a cabo por J ohn Dalton.




                     EL RECONOCIMIENTO DE LA FIGURA DE DALTON

                     Dalton continuó con sus trabajos sobre gases y compuestos quí-
                     micos basados en sus famosos átomos hasta su muerte, acaecida
                     en 1844,  aunque ningún otro alcanzó la altura intelectual e im-
                     portancia de su célebre Un nuevo sistema de filosofía química.
                     Desde 1817 presidió la Lit & Phil,  y escribió y defendió más de
                     ciento veinte contribuciones científicas.  Con la excepción del
                     mencionado sir Humphry Davy en los primeros años, casi ningún
                     químico de su época puso en cuestión su teoría atómica, e incluso
                     el mismo Davy pareció ceder en su opinión ofreciendo a Dalton
                     un puesto como miembro de la Royal Society londinense, que él
                     mismo presidía. Era un regalo envenenado, puesto que Davy sabía
                     que Dalton ni podía ni quería afrontar los gastos de un nombra-
                     miento así y, por tanto, acabó rechazándolo. Lo que John Dalton
                     no sospechaba es que fue elegido igualmente miembro sin su co-
                     nocimiento. Poco a poco los honores fueron llegando, el principal






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