Page 86 - 23 Dalton
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y agua eran los elementos fundamentales, mientras que fuego y
aire simples agentes durante las transformaciones. Propuso ana-
lizar los primeros y clasificarlos según sus propiedades, lo que no
era mala idea. Distinguió hasta tres tipos de tierras, de las cuales
la más interesante era la «tierra inflamable». Becher se refería al
azufre. Por su parte su compatriota Stahl afirmaba que los metales
estaban formados por una cal y el propio flogisto, de tal forma
que durante la combustión de cualquier materia este se separa en
forma de llamas, dejando un residuo de sal. Esta sal se identifica-
ría con la herrumbre al calcinar metales o simplemente cenizas
en los otros casos. Inversamente, añadiendo herrun1bre al carbón
-muy rico en flogisto- se obtendría un metal.
«Nada es tan peligroso para la mente humana que suponer que
nuestras ideas científicas son finales, que no existen misterios en
la naturaleza, y que no existen nuevos mundos por conquistar.»
- SIR HUMPHRY DAVY.
La naturaleza de los procesos de combustión ya ha sid~ in-
troducida previamente en esta obra al hablar de los predecesores
británicos de John Dalton. Ya hemos mencionado tanto a Joseph
Black, como también principalmente a Joseph Priestley, codescu-
bridor del oxígeno - en la denominación de Lavoisier- y partida-
rio de la teoría del flogisto. Dalton estudiaría los libros de ambos.
LA REAPARICIÓN DEL ATOMISMO
Volviendo a los orígenes de la química y al atomismo - lo que
más nos interesa-, destaca la figura del médico alemán Daniel
Sennert (1572-1637), tal vez el primer atomista del Renacimiento
y que habría recuperado para la alquimia algunas de las ideas de
Demócrito y Epicuro sin apartarse de la ortodoxia aristotélica.
La principal idea de Sennert es que los cuatro elementos funda-
mentales están compuestos por átomos distintos, por lo que, en
86 EL NACIMIENTO DE LA QUÍMICA MODERNA