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ROBERT BOYLE
Robert Boyle (1627-1691) nació en Irlan-
da. Era el séptimo hijo de los catorce
que tuvo su padre con sus dos mujeres.
Aun siendo noble, era costumbre que
con familias tan numerosas los herma-
nos se criaran en otros hogares. Así, el
joven Boyle hablaba y se consideraba
tanto irlandés como inglés. Viajó por
Europa con sus tutores, especialmente
por Francia e Italia. Allí aprendería de Ga-
lileo, que todavía vivía. De vuelta a Ingla-
terra, estudió en Oxford, donde comenzó
a investigar sobre los gases y el aire, y
llegó a construir, junto a Robert Hooke
(1635-1703), una «máquina neumática».
En 1645 fundó la Royal Society de Lon-
dres «para el avance de la ciencia natural», aunque no tomaría este nombre
hasta 1662. Antes se limitaba a una reunión de científicos en Londres que el
propio Boyle llamaba el «Colegio Invisible». Entre la lista de posibles inventos
de Boyle figuraban algunos como: el elixir de la vida, el arte de volar, la luz
perpetua o el barco que navega con todos los vientos. Muchos de ellos se hi-
cieron realidad con los años. Aun siendo hombre de ciencia, nunca abandonó
la creencia alquímica y creyó en la transmutación de los metales. También
destacó por sus estudios teológicos. Conforme su salud se fue debilitando
-llegó a quedarse paralítico-, se volvió más hermético y misterioso.
La ley de Boyle
En 1662 publicó su famosa ley de Boyle, en la que establece que a una tem-
peratura constante, la presión y el volumen de un gas son inversamente pro-
porcionales: PV= cte. La ley se conoce en los textos normalmente como ley
de Boyle-Mariotte, puesto que el francés Edme Mariotte (1620-1684) parece
haberla postulado en la misma época de forma independiente. En 1898 Lud-
wig Boltzmann formularía su «teoría cinético-molecular», generalizando a la
ecuación PV=nRT, donde n es el número de moles y R el producto de las
constantes de Avogadro y Boltzmann, siendo T la temperatura del sistema.
maba, podía hacerse valer de los experimentos, estos le llevarian a
sus propios juicios y conclusiones, pudiendo por tanto mantenerse
libre de prejuicios. Así, elude seguir uno cualquiera de los dos sis-
EL NACIMIENTO DE LA QUÍMICA MODERNA 89