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curso a metáforas y su lenguaje figurado el que facilitaba que se
cometieran tales errores de interpretación. Por ejemplo, en el
caso del texto de Josué, en realidad no se dice nada sobre el mo-
vimiento de la Tierra: es una conclusión que se ha derivado del
texto, pero que no se afirma explícitamente.
«La Biblia enseña cómo llegar al cielo, no cómo funcionan
los cielos.»
- GALILEO GALILEI.
Por otro lado, Galileo puso en duda el papel que los teólogos
habían ejercido hasta ese momento. Ciencia y teología tenían que
funcionar de forma independiente, ya que se ocupan de dominios
muy distintos. La ciencia versa sobre los hechos, su dominio
abarca todos los fenómenos naturales. La teología se ocupa de la
fe y su dominio son los fenómenos sobrenaturales. Cuando la teo-
logía pretende explicar cómo funciona el mundo obra de forma
ilegítima, de la misma manera que sería ilegítimo que la ciencia
dictaminara sobre cuestiones de fe.
LA FALSEDAD DEL GEOCENTRISMO
Al adherirse a una cosmovisión determinada, la Iglesia se expuso
a ser refutada y quedar en evidencia, como así ocurrió. Y cuando
Galileo se atrevió a mostrar las debilidades de sus argumentos, el
estamento eclesiástico se aprovechó de su poder para humillar a
los que se atrevían a cuestionar sus dogmas. Su tolerancia respecto
a cosmovisiones rivales solo alcanzaba a que estas fueran conside-
radas como instrumento matemático, no como una realidad.
Gracias a las observaciones astronómicas, Galileo había acu-
mulado suficientes pruebas contra las concepciones aristotélicas
para desmontar la tesis de la inmutabilidad, incorruptibilidad y
perfección de los cielos, entre las que cabía citar las montañas en
la Luna, las manchas del Sol o las supemovas. La supuesta divi-
sión entre mundo sublunar y mundo supralunar era una invención.
122 GALILEO Y LA INQUISICIÓN