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tenares de veces la misma experiencia para extraer la información
realmente importante.
Con el diseño de un escenario artificial se podía enfocar toda
la atención en las variables más relevantes que eran el objeto de
estudio. El experimento era, por otro lado, una necesidad origi-
nada por la precisión matemática con la que Galileo articulaba sus
hipótesis. Si la ley matemática para describir la aceleración pre-
decía una correlación, se tenía que contrastar esta hipótesis y co-
rregirla y adaptarla para que fuera compatible con los datos de los
experimentos. Así como las observaciones le ayudaron a acabar
con las concepciones filosóficas enquistadas en el pensamiento de
sus coetáneos, los experimentos le permitieron fundar la física
moderna. Es más, Galileo no dudó en adaptar y mejorar sus hipó-
tesis. Mientras que en sus primeras obras estaba convencido de
que los cuerpos en caída libre se mueven a velocidad constante,
fue posteriormente cuando se dio cuenta de que se produce una
aceleración.
Algunos autores como Koyré han puesto en duda que Galileo
realizara experimentos, pero numerosos documentos atestiguan
lo contrario. Galileo describía experimentos, hacía dibujos y ano-
taba los resultados obtenidos. Por ejemplo, en uno de estos do-
cumentos se describe el lanzamiento de una bala a distintas
velocidades, los resultados que obtuvo y, finalmente, la compara-
ción entre los resultados experimentales con sus predicciones. En
las obras que publicó también se hace referencia a experimentos
para estudiar el movimiento uniformemente acelerado: explicó
con gran detalle, por ejemplo, su experimento de los planos incli-
nados por los que hacía deslizar las bolas.
La observación y la experimentación se han convertido en
piezas angulares del método científico y uno de sus rasgos defini-
torios y diferenciales. Este recurso a la experiencia contrastaba
con la vacuidad de los razonamientos teóricos abstractos con la
que trabajaban sus colegas los filósofos naturales. El proyecto ga-
lileano no tenía rival: si en una balanza se pudieran colocar las
razones de Galileo por un lado, con sus observaciones y experi-
mentos, y las de los filósofos naturales por el otro, con sus razo-
namientos circulares y endebles, el decantamiento por el peso de
32 EL MÉTODO DE LA CIENCIA