Page 94 - 10 Galileo
P. 94
UN PLANETA A TODA VELOCIDAD
En la actualidad se sabe que en el ecuador la rotación terrestre alcanza los
460 m/s, y la velocidad de traslación del planeta alrededor del Sol es de
30 km/ s. Además, todo el sistema solar se ve arrastrado por el movimiento
de rotación de la Vía Láctea, cuya velocidad es de 270 km/ s. A estos movi-
mientos, en los que la Tierra se ve implicada, hay que añadir la velocidad de
la propia galaxia a medida que se va acercando a galaxias próximas, como es
el caso de Andrómeda. Desde 1986 se sabe que el Grupo Local, un conjunto
de una treintena de galaxias que acompañan a la Vía Láctea, se dirige a una
velocidad de 600 km/ s hacia la constelación de Virgo. Esta velocidad resulta
del todo anómala, solo explicable si se supone que en Virgo hay un impresio-
nante conglomerado de materia, al que ya se le ha dado el nombre de Gran
Atractor, que sería capaz de arrastrar a todo el Grupo Local hacia sus aledaños.
Se cree que el superclúster Shapley -compuesto por 17 cúmulos de galaxias
con su tirón gravitacional- también está dejando su impronta sobre el Grupo
Local. El panorama se completa con la propia expansión del universo, que
tiende a que todo se aleje entre sí. Como puede comprobarse, el universo se
caracteriza por su gran dinamismo; nuestro planeta circula a toda velocidad
por el espacio, aunque el sentido común nos diga otra cosa.
lExiste un valor absoluto?
A tenor de todo lo expuesto, ¿cuál es entonces la velocidad de la Tierra? ¿se
podrían tener en cuenta todos estos movimientos para determinar su valor
absoluto? Por definición, la noción de velocidad es relativa, lo que significa
que solo se puede determinar a partir de un punto de referencia. En función
de dicho sistema de referencia, se puede interpretar que un cuerpo está en
movimiento o está en reposo en relación con el resto. La física clásica se
fundamenta en la idea de que no existe un punto de vista absoluto para
determinar posiciones o velocidades (lo que contrasta con la física aristoté-
lica, que privilegia el punto central del universo sobre el resto).
la base de la torre se desplazarla, de modo que en ningún caso el
objeto caería a los pies del edificio. Como, efectivamente, los obje-
tos sí que caen en la base de los edificios, esto significa que la
Tierra tiene que encontrarse inmóvil. Un simple lanzamiento de un
objeto servía de prueba para demostrar la inmovilidad de la Tierra.
Así expone el propio Galileo este problema en sus Diálogos, a tra-
vés de Salviati, defensor del sistema copernicano:
94 EL NACIMIENTO DE LA FÍSICA MODERNA