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Al mismo tiempo, la obra constituye un libro de texto, una
colección de investigaciones punteras, un manual de referencia y
un almanaque. En el prefacio al tercer volumen, Laplace resumió
con sonoridad el alcance de sus resultados:
Hemos dado los principios generales del equilibrio y del movimien-
to de los cuerpos. La aplicación de estos principios a los movi-
mientos de los cuerpos celestes nos condujo, por razonamientos
geométricos [analíticos], sin ninguna hipótesis, a la ley de atracción
universal, de la que son casos particulares la acción de la gravedad
[terrestre] y el movimiento de proyectiles. Consideramos después
un sistema de cuerpos sometido a esta gran ley de la naturaleza y
obtuvimos, mediante un análisis apropiado, las expresiones gene-
rales de sus movimientos, de sus formas y de las oscilaciones de
los fluidos que los cubren. A partir de esas expresiones hemos de-
ducido todos los fenómenos conocidos del flujo y reflujo de las
mareas, la variación de la gravedad en fuerza sobre la superficie de
la Tierra, la precesión de los equinoccios, la libración de la Luna
y la forma y rotación de los anillos de Saturno. Hemos deducido,
además, a partir de la misma temia de la gravedad, las principales
ecuaciones de los movimientos de los planetas, en particular, los
de Júpiter y Saturno, cuyas grandes anomalías tienen un perío-
do de más de 900 años.
En resumen, Laplace plasmó todos los problemas astronó-
micos que había resuelto en los veinte años previos. Ahora bien,
pese a su enfoque profundamente teórico, el Tratado de mecá-
nica celeste precisó de la realización de numerosas observaciones,
que fueron llevadas a cabo diligentemente por Delambre, Alexis
Bouvard (1767-1843) y otros jóvenes discípulos. Además, Jean-Bap-
tiste Biot (177 4-1862) y Siméon Denis Poisson, dos jóvenes mate-
máticos salientes de la Escuela Politécnica, fueron los encargados
de leer las prnebas de imprenta y verificar los cálculos del maestro.
Fue una síntesis magistral, tan completa que sus inmediatas
sucesoras poco pudieron añadir. Tras su publicación, su autor fue
comparado con Ptolomeo y Newton; y su obra, con el Almagesto
o los Principia. El Tratado de mecánica celeste fue traducido
116 EL ORIGEN DEL SISTEMA DEL MUNDO