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TEOREMA ÁUREO

             Supongamos que tenemos un cierto suceso A que tiene una probabilidad de
             ocurrencia que llamaremos p , y que repetimos n veces el  experimento para
             determinar la ocurrencia o no-ocurrencia de A. Si el suceso A  ha aparecido m
             veces, mediante m/ n podemos hallar la frecuencia relativa de aparición de A ,
             es decir, la proporción de veces que ha aparecido dicho suceso. La diferencia,
            en términos absolutos, entre la  probabilidad p  y  la  frecuencia relativa m/ n
            mide el  error que cometeríamos si  usásemos la  frecuencia  relativa como
            aproximación de la  verdadera probabilidad. Bernoulli demostró que, si  repe-
            timos el  experimento las veces suficientes, la  probabilidad de esa  diferencia
            puede hacerse tan pequeña como queramos, es decir, que la probabilidad de
            esa  diferencia tiende a cero al  tender n a infinito.  En  términos matemáticos
            esto se  expresa diciendo que si  E  es  un número positivo  tan pequeño como
            queramos, se verifica que:




            Este teorema formalizaba la  ley del azar o ley de la estabilidad de la frecuen-
            cia:  hay, por decirlo con un término de la época, «certeza moral» de que a la
            larga la frecuencia relativa de un suceso no se desvía significativamente de su
            probabilidad. Se trataba de la  ley de los grandes números, empleando el nom-
            bre acuñado en el siglo x1x por Poisson, discípulo de Laplace, en su forma más
            sencilla.






       fijo (la probabilidad del suceso) conforme aumenta el número de
       repeticiones del experimento aleatorio.
           Para J akob Bemoulli este teorema posibilitaba calcular empí-
       ricamente las probabilidades desconocidas. Permitía definir la pro-
       babilidad de una forma objetiva, invirtiendo el teorema. En efecto,
       si la frecuencia se aproxima a la probabilidad según crece el nú-
       mero de observaciones, ¿por qué no definir la probabilidad a partir
       de la frecuencia? Mediante el recurso a la inducción parecía facti-
       ble definir la probabilidad como el límite de la frecuencia; y no ya
       hacerlo  de  una forma meran1ente lógica o  subjetiva ( como un
       grado de creencia). No obstante, Abraham de Moivre (1667-1754),
       matemático francés afincado en Inglaterra (por su irredento calvi-





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