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acciones podamos siempre elegir o seguir lo que será encontrado
como lo mejor [ ... ]. En esta unidad se resume toda la sabiduría del
filósofo y toda la prudencia del político.
No había que relegar, por tanto, el uso de la probabilidad a los
juegos de azar. Este será, junto a definir correctamente la proba-
bilidad y acercar el cálculo de probabilidades al análisis, uno de
los ejes principales de la aportación de Laplace.
DE LOS EFECTOS A LAS CAUSAS
Antes de Laplace no había «temía de la probabilidad», sino «teoría
o doctrina del azar» y, en todo caso, «cálculo de probabilidades».
En sus manos, la probabilidad cobró carta de naturaleza como cien-
cia matemática. Una pieza clave es su temprana memoria de 1773
titulada Sobre la probabilidad de las causas de los sucesos. En este
trabajo retoma, sin saberlo, el testigo de la inferencia bayesiana,
una rama de la estadística y la probabilidad debida al reverendo
Thomas Bayes (1702-1761 ), de quien se había publicado una memo-
ria póstuma al respecto en 1763. Pero en Inglaterra, no en Francia.
A juicio de Laplace, no se trataba ya de calcular la probabili-
dad de los sucesos, sino de sus causas. Las situaciones en que in-
terviene el azar son, generalmente, de dos tipos. En el primero, el
azar aparece en los resultados; por ejemplo, cuando conocemos la
composición de una urna en que hay bolas blancas y negras, y nos
planteamos cuál será el resultado de una extracción. A partir de
las causas (la composición de la urna, que sí conocemos), calcu-
lan1os la probabilidad de los resultados, de sacar blanca o negra.
Hay, en cambio, un segundo tipo de situación en que el azar no
aparece en los resultados, sino en las causas. Conocemos el resul-
tado de la extracción (ha salido una bola negra) y queremos calcu-
lar la composición de la urna, que nos es desconocida. A partir de
los resultados (ha salido negra), determinamos la probabilidad
de las causas, de cada posible composición de la urna Pasamos, de
los efectos a las causas (véase la figura de la página siguiente).
PROBABILIDAD Y DETERMINISMO 127