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rra era muy joven), la probabilidad de que salga mañana es de
1826214/1826215 (= 99,9999%). El quid de la cuestión está en que,
por esta regla, cuanto más mayores nos vayamos haciendo, mayor
resultará la probabilidad de vivir más. De modo que una persona
de ochenta años tendrá mayor probabilidad de vivir un día más que
una de solo veinte años, lo que carece de sentido. La otra dificultad
que sale al paso de Bayes, de La.place y de todos los seguidores de
la inferencia bayesiana es la manera en que se asignan probabilida-
des a priori. En el ejemplo que hemos puesto parece plausible su-
poner que las dos posibles composiciones de la urna sean en
principio equiprobables, es decir, que tengan exactamente la
misma probabilidad (50%). Pero puede ser dudoso que en todas las
situaciones en las que hay incertidumbre, uno admita que debe
asignar a los sucesos la misma probabilidad o una que dependa del
estado de información en que se encuentre cada uno (probabilidad
subjetiva). ¿Es posible, por otra parte, determinarla objetiva-
mente? ¿Acaso de modo inductivo, como aproximación de la fre-
cuencia, según quería Bemoulli? La vitalidad de esta controversia
arrastró a La.place y aún es patente en el siglo XXI, donde matemá-
ticos y filósofos siguen discutiendo la validez de cada enfoque.
En 1780 Laplace presentó Memoria sobre las probabili-
dades, en la que refina su estudio de la cuestión. Comienza se-
ñalando que hay tres maneras de determinar la probabilidad: a
priori, es decir, por razonamientos lógicos; a posteriori, esto es,
a partir de la experiencia, y, una tercera forma, que muchas veces
parece indistinguible de la primera, mediante razonamientos que
nos permitan juzgar la mayor o menor verosimilitud de la ocu-
rrencia de los sucesos. En el caso de la competición entre dos
jugadores, con el primer método estableceríamos la equiproba-
bilidad (ambos tienen un 50·% de oportunidades de ganar). Me-
diante el segundo método, conjeturaríamos las probabilidades
respectivas de ganar a partir de los resultados de algunas de sus
partidas ( si el primer jugador ha ganado siete de diez partidas,
diríamos que su probabilidad de ganar es del 70%). Finalmente,
mediante el tercer método, si sabemos que el primer jugador es
mucho más habilidoso y diestro en el juego que el segundo, se
puede suponer que su probabilidad de ganar sea, por ejemplo,
130 PROBABILIDAD Y DETERMINISMO