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LA TRANSFORMADA DE LAPLACE
La mayoría de matemáticos, físicos e ingenieros actuales se acuerdan del
científico francés cuando emplean la «transformada de Laplace» para resolver
ecuaciones diferenciales. Aunque una idea similar se encuentra en Euler, fue
él quien la formalizó en una serie de memorias entre 1782 y 1785. Este método
consiste básicamente en «transformar» la ecuación diferencial en una suerte
de ecuación algebraica más fácil de resolver. Sin embargo, no se haría popu-
lar hasta finales del siglo x1x, cuando el ingeniero eléctrico Ol iver Heaviside
(1850-1925) propusiera una especie de cálculo operacional para resolver ecua-
ciones diferenciales usando la transformada. En el periodo que abarca la
Segunda Guerra Mundial, los manuales y las tablas de transformadas de La-
place conocerían una notable difusión, ya que se usaron con asiduidad en la
investigación del radar. No hay duda de que Laplace, siempre tan sensible a
las necesidades del Estado, hubiera apreciado el esfuerzo.
tar su decidido impulso al Sistema Métrico Decimal o su defensa
filosófica del determinismo y la causalidad. Un currículum al al-
cance de muy pocos. Las creaciones que portan su nombre siguen
siendo he1Tamientas científicas inestimables doscientos años des-
pués. No es de extrañar, por tanto, que su figura haya recibido tan-
tos honores, desde un promontorio de la Luna que lleva su nombre
hasta una placa entre las de los setenta y dos científicos franceses
conmemorados en la Torre Eiffel.
Pero el legado de Laplace no se agota en sus aspectos cientí-
ficos. Su obra no es solo científica, sino también social. Tanto la
política científica como la filosofía de la ciencia portan su sello.
Laplace imprimió su impronta sobre nuestra visión de la ciencia
y sus ambiciones, así como sobre el papel de las matemáticas en
la comprensión del mundo y su devenir. A lo largo de estas pági-
nas hemos perfilado el riquísimo contexto histórico que le tocó
en suerte vivir. Una larga nómina de protagonistas (D'Alembert,
Condorcet, Lavoisier, Carnot, Legendre, Lagrange, Monge,
Fourier ... ) ha desfilado por estas páginas, asistiendo al naci-
miento convulso de la modernidad política y científica. Laplace
fue, sucesivamente, vasallo del rey, ciudadano de la República,
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