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matemáticos» hasta 1822, · cuando Lagrange ya había muerto y
        Fourier era secretario perpetuo de la Academia Real (gracias al
        voto de Laplace). Pudo, por fin,  dar a la imprenta la famosa ecua-
        ción contenida en la Teoría analítica del calor. Laplace, aunque
        no comulgaba con el enfoque de Fourier y seguía anclado en la
        anticuada teoría de ese fluido sutil e imponderable que era el «ca-
        lórico», apreció enseguida el progreso matemático que represen-
        taban las series trigonométricas o de Fourier frente a las clásicas
        series de potencias.
            Otra muestra de la fragmentación del programa laplaciano
        nos la ofrece el desarrollo de la teoría ondulatoria de la luz por
        parte de Fresnel,  en abierta oposición a  la  teoría corpuscular
        aceptada por su escuela.  Este ingeniero depositó su trabajo en la
        Academia en 1815,  pero hasta 1819  no fue  premiado.  Frente a
        Newton (que defendía que la luz era un chorro de corpúsculos),
        Fresnel argumentaba, al igual que hiciera Huygens, que la luz era
        una onda. El astrónomo Frarn;ois Arago,  quien había trabajado
        sobre la refracción de la luz bajo la supervisión de Laplace, tomó
        partido por la concepción ondulatoria, que explicaba ciertos fenó-
        menos de difracción inexplicados desde la óptica corpuscular.
        Para desmayo y consternación de Biot y Poisson, Fresnel ganó el
        premio de la Academia en 1819. Al final,  se formó un pequeño
        grupo antilaplaciano, acaudillado por el beligerante Arago,  que
        aspiraba a tomar el relevo de Laplace como político de la ciencia.
        Su estandarte era la defensa de la teoría ondulatoria de la luz de
        Fresnel frente a los discípulos de Laplace.
            Las reuniones de la Sociedad de Arcueil fueron constantes y
        regulares entre 1806 y 1813, pero a partir de 1814 prácticamente
        cesaron. Un mal augurio. Las señales de aislamiento e indiferencia
        comenzaron a multiplicarse entre 1815 y 1820, de modo que en el
        decenio siguiente la escuela laplaciana se vio progresivamente
        desbancada de su posición preeminente. Berthollet murió en 1822
        y  la influencia de  Laplace  decayó  exponencialmente.  Aunque
        nunca perdió el respeto público, su fijación en un tipo de matemá-
        tica tributaria del análisis ilustrado y su newtonianismo militante
        fueron factores que le impidieron captar la importancia de los
        nuevos desarrollos en física.





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