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Personalidades como Frarn;ois Marie Arouet, más conocido
como Voltaire (1694-1778), se mostraban hipercríticas con lastra-
diciones del pasado, rindiendo únican1ente culto a la diosa Razón.
El optimismo racionalista se convirtió en la ideología que la as-
cendente burguesía hizo suya en los salones literarios, en las aca-
demias y hasta en sociedades secretas como la masonería.
«Si no nos ayudamos con el compás del matemático
y la antorcha de la experiencia, jamás podremos dar
un paso hacia delante.»
- VOLTAIRE.
En París, los ilustrados discutían, agitaban, probaban y repro-
baban todo, desde las ciencias naturales a los fundamentos de la
revelación, desde la literatura a la moral. Pero, además, se intere-
saban por las ciencias útiles, y de esta manera, paralelamente a su
interés por las matemáticas o la mecánica, acometían múltiples
trabajos en geografía, náutica, minería e ingeniería. No solo teori-
zaban. Pertrechados con sus nuevas teorías e instrumentos cien-
tíficos, contribuían a la mejora en el trazado de mapas y en la
construcción de barcos, canales, puertos, minas y fortificaciones.
La distinción entre matemáticos puros y aplicados quedaba toda-
vía muy lejos. Se trataba de reformar las condiciones económicas
y culturales heredadas. Desde París todas estas nuevas ideas se
difundirían por el resto de países europeos y sus colonias.
La elección de París para continuar la formación científica no
era, por tanto, sorprendente. A diferencia de Laplace, la mayoría
de sus futuros colegas en la Academia de Ciencias ya se habían
trasladado a las proximidades de París una vez concluidos sus
estudios elementales. Así, por ejemplo, los futuros matemáticos
Nicolas de Condorcet (1743-1794) y Lazare Carnot (1753-1823),
tras estudiar con los jesuitas y los oratorianos, completaron sus
estudios en París, en la universidad y en escuelas especiales bajo
el tutelaje de excelentes profesores que enseguida les mostraron
los últimos descubrimientos científicos. París era el centro de gra-
vedad de la ciencia ilustrada.
20 LA FORJA DE UN CIENTÍFICO