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máticos ilustrados se lanzaron a una carrera en la búsqueda de
métodos concretos que permitieran resolver ecuaciones particu-
lares. Sería en esta tarea donde Laplace cosecharía algunos de sus
primeros éxitos, aportando técnicas matemáticas que a lo largo de
los años iría mejorando. Exprimió al máximo las técnicas mate-
máticas que aprendió o que él mismo inventó en esos primeros
años, en especial aquellas que tenían que ver con la integración,
es decir, con la resolución, exacta o aproximada, de las ecuacio-
nes diferenciales que aparecían en mecánica y en astronomía. Ya
desde su prin1er artículo en prensa, Laplace se interesó por esos
métodos de integración por su utilidad.
UNA CARRERA DE OBSTÁCULOS: LA ACADEMIA
Y LA JOVEN PROMESA
La Real Academia de Ciencias de París, creada en 1666 por Luis XIV
con sede donde actualmente se encuentra el Museo del Louvre, era
el centro que reunía a los grandes científicos de la época. Para
optar a un puesto vitalicio en su seno, el candidato debía ganar
antes el reconocimiento de sus miembros. Para ello debía enviar
un artículo a uno de ellos, quien lo leía ante el resto de un modo
resunüdo y abreviado, en la sesión que el secretario designaba a
tal efecto. A continuación, hecha la lectura, otros dos nüembros
escribían un informe para dictaminar la calidad del trabajo.
Conseguir un puesto era vital -como sabía Laplace- para
labrarse un futuro respetable como científico. Las academias
ayudaban económicamente a los matemáticos y publicaban sus
trabajos en revistas especializadas.
La prin1era memoria enviada por Laplace a la Academia data
del 28 de marzo de 1770. Sus evaluadores, entre los que estaba
Condorcet, escribieron:
Nos parece que el artículo del señor Laplace revela un mayor cono-
cimiento matemático y una mayor inteligencia en la manipulación
del cálculo de la que se encuentra ordinariamente a su edad.
LA FORJA DE UN CIENTÍFICO 31