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NEWTON Y LA PRIMERA ECUACIÓN DIFERENCIAL

              La  ecuación diferencial más célebre es,
              sin duda, la que debemos a Isaac Newton
              (1642-1727): «Fuerza es igual a masa por
              aceleración». Simbólicamente: F = m · a,
              donde
                             dv
                           a--
                             dt
              (la aceleración es  el  cociente de los di-
              ferenciales de la velocidad y del tiempo,
              es decir, la derivada de la velocidad con
              respecto al  tiempo). Pero,  por sorpren-
              dente que  parezca,  Newton  nunca  la
              escribió. En ninguna de las ediciones de
              los Principia aparece. Ni siquiera en tér-
              minos geométricos. Su  segunda ley ve-
             nía  a afirmar mediante palabras algo más general: «la  fuerza  es  igual  a la
              derivada del impulso». Expresado en notación moderna:
                                          d
                                      F - -(m·v).
                                         dt
             Toda fuerza que actúa sobre un cuerpo produce un impulso, un cambio en el
             movimiento. Y si  suponemos que la  masa del cuerpo es constante (pudiendo
             entonces sacar m  de la  derivada), recuperamos la  expresión archiconocida
             F = m · a.  Esta expresión apareció por vez primera en un tratado de mecánica,
             titulado Phoronomia, que fue  publicado en 1716  por Jacob Hermann (1678-
             1733) basándose en  la  cómoda notación de Leibniz. La fórmula sería  popula-
             rizada por Euler en  su  Mecánica o ciencia del movimiento expuesta analítica-
             mente  (1736).  Sin  embargo, durante  la  mayor  parte  del  siglo  xv111,  los
             matemáticos usaron otra expresión más general planteada por D'Alembert
             en  su  Tratado de dinámica (1743) y que lleva con justicia su  nombre: el prin-
             cipio de D'Alembert.





        de medios continuos, como el agua, el aire u otros fluidos sin vis-
        cosidad. Y,  más tarde, Lagrange enfocó su atención en las ondas
        del sonido, en las ecuaciones de la acústica. Según avanzaba el
        siglo XVIII,  los matemáticos fueron extendiendo su dominio sobre
        el mundo al ir proponiendo nuevas ecuaciones diferenciales para





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