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hermana de compras, un chófer las llevaba en uno de los dos
                     Cadillac de la familia. Era soñadora y,  afortunadamente para los
                     biógrafos de Hubble, escribía un diario que, en muy buena parte,
                     se conserva. En él, describía con detalle, a veces de forma en ex-
                     ceso literaria, a las personas que iba conociendo. Así se explica
                     tan romántica descripción de su futuro marido el gran y grande
                     astrónomo. Lamentablemente, ella misma fue su propia censora
                     y nos privó de conocer los más íntimos y cruciales momentos de
                     la vida personal de Hubble.






                LUNA DE MIEL
                Antes de tomar el  barco, en plena luna de miel, Edwi n y  Grace pasaron a vi-
                sitar a un antiguo compañero astrónomo en  Mount Wilson, el doctor Harlow
                Shapley, que ahora estaba en Harvard. Esta visita fue realmente muy extraña,
                porque Hubble y  Shapley eran, como ya  se  ha  dicho, enem igos declarados.
                El  interés de Hubble en  esta visita fue demostrar a su  antipático colega que
                tenia  las  pruebas de que se había equivocado con el  modelo del universo
                que había defendido toda su vida. Cruel y extraña visita en un viaje de novios.
                Un largo periplo
                Se  embarcaron en marzo de 1924:  Liverpool, Londres,  la  abadía  de West-
                minster -donde visitaron  la  tumba de Newton-, Oxford ...  En  Oxford, es de
                suponer que  Edw in  enseñó a su  esposa todos los rincones que recordaba
                de su estancia de becario. Se instalaron en una antigua romántica posada. Allí
                invitaron a Herbert Turner, profesor de Astronomía, con quien Edwin siempre
                mantuvo una buena relación. Turner se encargó de difundir su obtención de la
                distancia a M31,  la gran «nebulosa» de Andrómeda, de tal forma que los cien-
                tíficos de Oxford recibieron con admiración y simpatía al  joven matrimonio.
                Después vino Cambridge. Fueron invitados como huéspedes de honor de la
                Royal Astronomical Society, donde se brindó por él  y  por la  señora Hubble.
                La  Royal  Astronomical Society merece una gran admiración por el  gran im-
                pulso que ha dado a la  astronomía desde su  formación hasta hoy. Basta con
                pensar en la lista de sus presidentes, entre los que se encuentran nombres tan
                ilustres en la  historia de la astronomía como W illiam Herschel - el  prim(;!r pre-
               sidente-, Cow ling, Darw in (nieto), Eddington, Fowler, Hoyle,  Jeans, Longair,
                Lynden Bell, Milne, Rees,  Rowan  Robinson, Spencer Jones, etc. Grace vivía
               en  un sueño, adoraba Inglaterra y todo lo  inglés le parecía fantástico. Pronto
               se  hizo tan anglófila como su  admirado marido. Se  desenvolvía muy bien en









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