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paradójicamente, había llevado a las más brillantes páginas de la
ciencia de todos los tiempos. .
Pero Hale estaba. más que impaciente. con. la tardanza de
Hubble. Había rechazado ya varias peticiones de astrónomos pro-
metedores para cumplir con la palabra,dada a un Hubble que se
retrasaba indefinidamente ..
Antes de su incorporación, hizo una visita al observatorio
de Lick, donde se presentó, vestido de militar, como el «mayor
Hubble». Desde entonces, los de Lick, con cierta sorna contenida,
siempre se referían a él como el «mayor Hubble». En su cartera
de trabajo diario estaba escrito: «Mayor Edwin P. Hubble, 343rd
Inf.». Y así, vestido de militar, se presentó el «mayor Hubble»
en su futuro y definitivo destino, Mount Wilson, hablando en su
adoptado acento preciosista, que debió. de producir cierta irónica
sonrisa disimilada en sus colegas, especialmente en Shapley, que
había nacido, como él, en Missouri.
LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL
Co¡no es de suponer, al estallar _la Segunda Guerra Mundial, el
mayor Hubble estaba dispuesto al combate. Tenía entonces cin-
cuenta y un años y era ya un científico consagrado. Aunque la gue-
rra era mundial, con numerosas naciones involucradas, y había
que luchar en defensa de Europa frente a la Alemania hitleriana,
el ánimo guerrero del mayor Hubble se centraba en la defensa de
su querida Inglaterra.
Empezó interviniendo en programas de radio, enfrentándose
a los que defendían la posición contraria, la de que Estados Uni-
dos se mantuviera al margen de la contienda, en especial frente
al American First Committee, claramente antibritánico. Y parti-
cipaba en ligas a favor de la guerra, en las que militaba, también
Robert Millikan, .el premio Nobel de Chicago. Hubble pronunciaba
vehementes discursos a favor, no de Europa, sino de Inglaterra.
Cuando el presentador en uno de sus discursos le anunció desta-
cando su decidida opción probritánica, él añadió: «Naturalmente,
estoy a favor de la civilización».
46 HUBBLE, EL HOMBRE