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ban pero, paradójicamente, se res-
petaban como científicos. Ambos,
al publicar los resultados, tenían en
mente la pregunta de qué es lo que
diría el otro. Tan enemigos como
eran, se vigilaban y se tenían bien
en cuenta en un duelo científico de
los que terminan por ser fructíferos
para la ciencia. La rivalidad también
inspira. Fue pronto director del Har-
vard College Observatory hasta su
muerte en 1972. Su mujer, Martha
Beltz Shapley, probablemente com-
partió con él sus descubrimientos y
es posible que una buena parte del
mérito de Shapley le corresponda a
ella, sin que se haya podido estable-
cer su grado de contribución. Sha-
pley fue además un mirmecólogo,
es decir, especialista en el compor-
tamiento de las hormigas. Así, por
ejemplo, quiso publicar en los ana-
les del observatorio de Mount Wil- Harlow Shapley, el colega, gran astrónomo
son su descubrimiento de que la Y gran enemigo de Hubble.
velocidad de desplazamiento de las
hormigas tiene una relación muy clara con la temperatura y, por tanto, con la
hora del día. Pero este tipo de investigación no era propia de un observatorio
astronómico y se lo denegaron.
de una granada le derribó y perdió el conocimiento. Cuando des-
pertó en un hospital de campaña tenía algunas heridas, espe-
cialmente en un codo, que nunca en su vida pudo enderezar por
completo. Al despertar, nadie le atendía y se fue del hospital sin
decir nada. Es muy probable que esta herida de guerra fuera fruto
de su imaginación o para impresionar a su esposa y a sus amigos,
pues cuando su división llegó a Francia ya se había firmado el ar-
misticio y probablemente los alemanes ya se habían retirado. Por
su participación en la Primera Guerra Mundial le fue concedido
un cheurón, una especie de escudo a coser en la manga, sobre
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