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cado: Allan Sandage. Pues bien, el joven Sandage se entrevistó
con el conocido Edwin Hubble cuando ya tenía sesenta años.
Tanto Hubble como Grace le parecieron impenetrables y dis-
tantes. Su admirado Hubble, que él situaba junto a Copémico y
a Kepler, y al que conocía por fotografías, le desconcertó con su
rostro demacrado y carnoso y su canicie avanzada. Pero mantenía
su mejilla cuadrada y su mirada fría, de forma que le pareció un
«hombre noble» con un bastón balanceado a la manera inglesa.
Sandage no estuvo mucho tiempo con su maestro. Pronto se
fue a Río Blanco, en Colorado, a pescar y allí le dio un ataque
al corazón del que tardó mucho tiempo en recuperarse. El breve
contacto entre el profesor y el discípulo fue escaso pero decisivo,
porque Sandage fue un prestigioso astrónomo, continuador de
la obra de Hubble y de quien los astrónomos actuales tanto han
aprendido.
ANGLOFILIA
Edwin Hubble era un «inglés» que había nacido y se había criado
en Missouri. Empleó toda su inteligencia y toda la energía de su
juventud en obtener la beca Rodhes que le permitiría estudiar en
Inglaterra. Allá se fue y cuando volvió, al cabo de tres años, no
solo había adoptado hábitos ingleses, sino que hablaba con el más
puro acento de Oxford. Nunca ya perdería ese acento británico.
Es muy probable que sus adoptadas maneras refinadas causaran
desagrado en alguno de sus futuros colegas, que bien sabían de su
origen en la patria de Mark Twain.
Un estudiante estadounidense que lo conoció -Warren Ault,
futuro historiador- describió a Hubble a los dos años de estar
en Oxford:
Llevaba bastón y hablaba con un acento británico que apenas le
podía entender. [ .. . ] Estos dos años le han transfom1ado en un falso
caballero inglés, tan falso como su acento. [ ... ] Decidí que 0.xford
no haría eso conmigo.
38 HUBBLE. EL HOMBRE