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HARLOW SHAPLEY
De los muchos enemigos que tuvo Hubble hay que destacar al genial Harlow
Shapley (Nashville, Missouri, 1855-Boulder, Colorado, 1972). Fue autodidacta
hasta que llegó a la Universidad de Missouri. No sabía qué carrera elegir y
decidió por orden alfabético. La primera carrera por ese orden era «arqueo-
logía» pero ni siquiera sabía pronunciar esta palabra (archaeology, en inglés,
ciertamente difícil de saber cómo se pronuncia). La segunda carrera era «as-
tronomía». Shapley trabajó en la Universidad de Princeton bajo la supervisión
de Henry N. Russell sobre estrellas binarias eclipsantes, tema con el que leyó su
doctorado en 1914, año en el que se incorporó al observatorio de Mount W il-
son. Fue por entonces cuando conoció a Hubble y desde el primer momento
se enemistaron. Shapley era, como Hubble, natural de Missouri. ¿Qué ridículo
acento británico fingía Hubble? ¿Qué ridículas vestimentas paramilitares vestía
para observar con el telescopio? Shapley era también de trato muy difícil, por
lo que el encontronazo fue inmediato.
Universo monogaláctico
Shapley proponía que el universo era solo la Vía Láctea, que no había universos
islas, es decir, que no había otras galaxias, si bien es cierto que él había demos-
trado que la Vía Láctea era mucho mayor de lo que anteriormente se creía.
Con la distribución de los cúmulos globulares dedujo que el Sol no estaba en
el centro de la Vía Láctea y determinó muy bien su posición. Lo que perdió a
Shapley en su enfrentamiento con Hubble fue su insistencia en el modelo de
universo monogaláctico. Si hubiera sido más objetivo, como lo fue Hubble, y
esperado a que sus propios datos decidieran el modelo de universo, y si no se
hubiera ido de Mount Wilson en un mo'mento tan decisivo, es muy probable que
su nombre estuviera hoy sustituyendo al de Hubble. Shapley y Hubble se odia-
neutral, no tenía que disimular el número real de muertos, que era
dantesco. Curiosamente, la epidemia se cebaba en los jóvenes,
dejando sanos a niños y viejos. La gripe española mataba más que
la guerra. La muerte desolaba los campos y las ciudades. También
diezmaba a los ejércitos, aunque Hubble salió indemne.
Luego desembarcaron en Burdeos. Los alemanes estaban ya
en retirada y Hubble tendría que volver a Estados Unidos sin cum-
plir su ansiada misión de entrar en combate. Sin embargo, según
él contó, por fin pudo lograr su glorioso deseo. Cerca de Metz,
cuando el ejército alemán estaba en retirada, el estallido próximo
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