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nadie advirtió tal revolución.  Los  científicos interesados en el
                    cuerpo negro solo consideraban su fórmula maravillosa,  cuya
                    validez se confirmaba cada vez con mayor precisión, y no daban
                    ninguna importancia al razonamiento que había seguido Planck
                    para deducirla.




                    LA DUALIDAD ONDA-CORPÚSCULO

                    En este marco, Einstein fue una excepción y no solo tomó en serio
                    la hipótesis de Planck sino que la llevó más lejos, atribuyéndole
                    conscientemente un carácter revolucionario. En uno de sus famo-
                    sos artículos de 1905 -su annus mirabilis- , el que lleva por
                    título «Sobre un punto de vista heurístico concerniente a la pro-
                    ducción y transformación de la luz»,  sugirió que la luz está for-
                    mada por cuantos  de  energía, por partículas que,  desde  1924,
                    llamamos fotones. Es decir, si la radiación solo intercambia ener-
                    gía en cantidades discretas, es porque ella misma está constituida
                    por entidades discretas. Con esta nueva hipótesis, Einstein pudo
                    explicar dos resultados experimentales intrigantes. Uno de ellos
                    es el efecto fotoeléctrico, que consiste en la emisión de electrones
                    por un metal al ser iluminado con luz ultravioleta; se trata del
                    fenómeno que subyace a las actuales células fotoeléctricas. Ein-
                    stein explicó las medidas obtenidas en 1902 por Philipp Lenard, y
                    predijo resultados que fueron confirmados en 1916 por Robert
                    Millikan. El otro resultado intrigante se refiere al calor específico
                    de los sólidos, una medida de cómo varía la temperatura de los
                    sólidos al ser calentados. Desde principios del siglo  xrx se sabe
                    que el calor específico de los sólidos es constante a temperatu-
                    ras suficientemente altas, algo que se explica con facilidad en el
                    marco de la física clásica. Sin embargo, a temperaturas bajas apa-
                    recían cada vez más excepciones a la explicación clásica. En un
                    estudio que fue posteriom1ente refinado por el holandés Debye,
                    Einstein demostró que los cuantos de energía reproducían las ob-
                    servaciones a cualquier temperatura. De esta manera, una hipóte-
                    sis hecha por Planck especialmente para resolver un problema





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