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la Wehrkraftverein fueron reclutados estudiantes de secundaria,
                     y Heisenberg fue adscrito, de abril a junio, a un regimiento guber-
                     namental. Sus tareas eran hacer de guía y de escribiente, trans-
                     portar armas y llevar a cabo guardias en edificios y lugares estra-
                     tégicos o custodiar a los prisioneros, cuyo destino no era ningún
                     secreto:  cuando a principios de mayo las tropas del Gobierno
                     controlaron Múnich,  hubo más de mil fusilamientos  en juicios
                     sumarísimos en poco menos de una semana.


          «Como regla general, diría que solo se aprende
          en las clases donde se plantean problemas. Es esencial
          que los estudiantes intenten resolver problemas.
          [ ... ] Limitarse a escuchar sirve de bien poco.»

          -  ffEISENBERG,  EN  CONVERSACIONES  CON  EL  HISTORIADOR T.S. KUHN,  1963.

                         Al  acabar la guerra, diversos grupos juveniles propusieron
                     una renovación de la Wehrkraftverein, alejada del carácter militar
                     y de la tutela de los adultos en que habían estado hasta entonces,
                     para formar los Nuevos Exploradores ( en alemán, Neupfadfinder).
                     Un grupo de alumnos del Max Gymnasium, de en torno a los ca-
                     torce años, decidió organizarse según el nuevo espíritu y pidió a
                     Heisenberg que aceptara ser su jefe. No deja de llamar la atención
                     que esto sucediera a mediados de abril de 1919, en el cénit de la
                     República Soviética de Baviera. A principios de agosto, más de
                     doscientos jefes de grupos de Alemania y Austria se reunieron en
                     un castillo medieval próximo_ a Ratisbona para debatir sobre la
                     reforma del movimiento juvenil. Los reunidos estaban muy afec-
                     tados por el desenlace de la guerra. De alguna manera, se sentían
                     traicionados por sus mayores, responsables del conflicto y de la
                     derrota, y de una sociedad dominada por la avaricia y la hipocre-
                     sía, en la que el individuo desaparecía en el anonimato urbano.
                     Propugnaban una vuelta a la naturaleza, cuyos valores fundamen-
                     tales permitirían restablecer la verdad y la virtud en los individuos
                     y en la sociedad. En muchos aspectos, defendían los valores del
                     romanticismo alemán, con frecuentes ataques_ a la ciencia y al ra-






          36         ALBORES CUÁNTICOS
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