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alemanes reaccionó  con un  «Manifiesto al mundo civilizado».
                     Dando por buena la versión del ejército alemán, denunciaban la
                     campaña de «mentiras y calumnias con las que nuestros enemi-
                     gos intentan empañar el honor de Alemania», y suscribían frases
                     como «si no fuera por el militarismo alemán, la civilización ale-
                     mana habría sido extirpada hace tiempo».  Este manifiesto tuvo
                     una réplica pacifista,  escrita por Georg Nicolai,  profesor de fi-
                     siología de la Universidad de Berlín. Pero solo recogió tres fir-
                     mas más: la del físico Albert Einstein, la del astrónomo Wilhelm
                     Forster y la del filósofo Otto Buek. En su «Manifiesto a los euro-
                     peos» afirmaban,  entre otras cosas, que la guerra «difícilmente
                     tendrá un vencedor, probablemente solo perdedores», hacían un
                     llamamiento a la unidad europea y,  en una especie de premoni-
                     ción, pedían «evitar que las condiciones para la paz sean fuente
                     de futuras guerras». Pero el Manifiesto de los 93 reflejaba senti-
                     mientos mayoritarios en la sociedad alemana y tuvo una gran in-
                     fluencia en el mundo académico.
                         El padre de Heisenberg, como muchos otros profesores, fue
                     movilizado. El Max Gymnasium mantuvo durante la duración de
                     la contienda un programa de adoctrinamiento patriótico que, en
                     la línea del Manifiesto de los 93, identificaba la cultura alemana
                     con el militarismo.  En 1910,  un grupo de militares de Múnich
                     había creado una asociación, la Wehrkraftverein, dirigida a los
                     alumnos de los últimos años de secundaria para ofrecerles una
                     preparación militar fuera del horario escolar. Se trataba de una
                     versión  paramilitar  del  movimiento  de  exploradores  (Boy
                     Scouts), que había llegado a Alemania el año anterior. Tras el
                     estallido de la guerra, la Wehrkraftverein tomó un protagonismo
                     particular. Una vez rebasada la edad de quince años, la mayoría
                     de los alumnos de secundaria recibían en ella una formación di-
                     rigida a su futuro alistamiento, posible a partir de los diecisiete
                     años. Heisenberg se integró en la sección de su Gymnasium en
                     1916,  y durante sus vacaciones participaba en tareas agrícolas
                     para suplir la falta de mano de obra. Finalmente, no llegó a alis-
                     tarse porque el armisticio se firmó un mes antes de que cumpliera
                     la edad mínima. Su hermano Erwin, en cambio, pasó más de un
                     año en el frente.






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