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gía, que incluían pormenorizados estudios de las profecías - mos-
tró cierto interés, aunque no excesivo, por datar la fecha de la
segunda venida de Jesucristo a la tierra-, de los reinos bíblicos
antiguos o, incluso, una detallada reconstrucción del templo de
Salomón, incluyendo un estudio de sus dimensiones exactas y de
los objetos de culto descritos en los textos sagrados.
Dos de los libros que sus herederos publicaron tras la muerte
de Newton recogían, precisamente, una parte exigua de sus es-
critos sobre las profecías y la cronología de los reinos: The chro-
nology of Ancient Kingdoms amended (Cronología corregida
de los Reinos Antiguos, 1728) y Observations upon the Prophe-
cies of Daniel and the Apocalypse of St. John (Estudios sobre
las profecías de Daniel y el Apocalipsis de San Juan, 1733).
Esto fue lo único que se conoció de la afición teológica de
Newton hasta que la subasta de 1936 llamara la atención sobre
el grueso de sus manuscritos.
Es interesante la forma por la que Newton acabó escribiendo,
al final de su vida, The chronology. La princesa de Gales le había
solicitado en 1716 una copia de sus estudios cronológicos sobre
los reinos del Antiguo Testamento. La petición real le puso en un
compromiso: antes de dar a conocer sus estudios necesitaba de-
purarlos de posibles aseveraciones arrianas. Newton optó por en-
tregarle solo un bosquejo, que acabó publicándose. El extracto
recibió críticas severas, sobre todo en Francia, por lo que Newton
decidió, como contestación, publicar el tratado completo. En eso
estaba cuando murió, en marzo de 1727.
MATEMÁTICO Y APRENDIZ DE BRUJO 119