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dad newtoniana acabó uniendo cierta dosis de rivalidad a la
inspiración que Barrow y Boyle supusieron para él.
Posiblemente no fue la búsqueda de la piedra filosofal lo que
le interesó a Newton de la alquimia, sino la posibilidad de profun-
dizar en el conocimiento de la materia, de las sustancias que com-
ponen el mundo físico creado por Dios.
El interés de Newton por la alquimia trascendió el plano teó-
rico: no solo leyó libros y manuscritos, sino que también dedicó
mucho tiempo y energías a la realización de experimentos, para
lo cual montó un laboratorio en una de sus habitaciones del Tri-
nity College -que seguramente lindaba con la capilla gótica del
college- y lo equipó por completo.
«Newton no tropezó con la alquimia, descubrió su carácter
absurdo y se encaminó hacia una química seria y "racional".
Más bien comenzó con la química seria, y la abandonó
con bastante rapidez por la que consideraba mayor
profundidad de la alquimia.»
RICHARD S. WESTFALL EN ISAAC NEWTON: UNA VIDA.
Por lo demás, la experimentación no era una tarea exenta de
riesgos y peligros. De entrada, no había que ser demasiado es-
crupuloso: «Tómese un tonel de orina», comenzaba una receta
de la época para fabricar fósforo. Tampoco venía mal cierta des-
preocupación por la propia salud, de lo cual Newton dio mues-
tras a lo largo de toda su vida científica. Cuando en 1670 su pelo
se tomó entrecano, Wickins, su compañero de cuarto, le sugirió
que podía ser debido al tiempo que pasaba pensando; Newton
soltó una carcajada - una de las pocas carcajadas newtonianas
de las que se tiene constancia- , y achacó su encanecimiento a
los experimentos con plata rápida que en aquella época hacía tan
a menudo. Y, posiblemente, los efluvios argentosos de tales ex-
perimentos eran saludables si los compararnos con los mucho
más tóxicos del mercurio, metal al que tanto esfuerzo y atención
114 MATEMÁTICO Y APRENDIZ DE BRUJO