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dedicó después y que pudo ser uno de los desencadenantes de
las crisis nerviosas que Newton sufrió en 1693.
Los experimentos, además, no eran cuestión de poco tiempo;
esa labor podía necesitar dedicación continuada y agotadora, lo
que suponía, por ejemplo, noches en vela vigilando los hornos -y
aspirando sus emisiones mefíticas-. Así lo describió uno de sus
colaboradores:
Newton apenas dormía, especialmente en primavera y en otoño,
cuando acostumbraba pasar seis semanas en su laboratorio, el fuego
encendido prácticamente todo el día y la noche, levantado toda una
noche, como yo hice otra, hasta temlinar sus experimentos químicos,
en los cuales trabajaba con la mayor precisión, rigor y exactitud. No
sabía decir cuáles eran sus fines, pero el sufrimiento y la diligencia
de aquellos tiempos me hacen pensar que perseguía algo que estaba
más allá del arte y la industria hun1anos.
Con descripciones como esta no cuesta imaginar al apren-
diz de brujo que Newton llegó a ser, alimentando los hornos,
volcando mezclas en las retortas, sublimando metales, entre
volutas de humo venenoso desprendidas por precipitados, so-
luciones y sales.
Algunos de los manuscritos conservados ayudan a hacer más
vívida la imagen; a la primavera de 1681, por ejemplo, correspon-
den escritos que demuestran un punto culminante de sus investi-
gaciones alquímicas. Día a día, conforme los experimentos
avanzaban, Newton anotaba, con el lenguaje hermético propio de
la alquimia más mística y visceralmente especulativa, su interpre-
tación de lo que iba aconteciendo en el laboratorio: «He com-
prendido que la estrella de la mañana es Venus y que es la hija
de Saturno y de una de las palomas», reza una entrada fechada el
día 10 de mayo. Cinco días después añade: «He comprendido
"Verdaderamente existen ciertas sublimaciones del mercurio"
etc., como también otra paloma: es un sublimado extraído de im-
purezas de sus cuerpos blandos, deja heces negras en el fondo
lavado por la solución, y el mercurio vuelve a sublimarse a partir
de los cuerpos lavados hasta que las heces desaparecen comple-
MATEMÁTICO Y APRENDIZ DE BRUJO 115