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Principia o de la Óptica, lo fue también de abstrusas cronologías
        bíblicas,  de delirantes disquisiciones sobre la naturaleza más o
        menos divina de las tres personas de la Trinidad cristiana, temas
        todos de dudosa categoría científica -incluso para su época-,
        pero a los que Newton dedicó muchas más páginas que a la ciencia.
            Los manuscritos también cuestionan la visión de un Newton
        genial que creó sin apenas esfuerzo un colosal corpus científico.
        Por el contrario, su esfuerzo fue continuo y agotador; ese trabajar
        sin parar -que tan acertadamente recogió W estfall en el título de
        su biografía del científico: Never at rest (Nunca ocioso)- apa-
        rece claramente reflejado en los manuscritos de Newton.  «Sus
        manuscritos muestran -según apunta Westfall- que cometió
        errores, y aprendió de ellos, que tomó caminos falsos y que falló
        en comprender inmediatamente las implicaciones de sus propias
        ideas. Esto es, los manuscritos revelan un proceso humano que
        es comprensible en una forma que los destellos de genialidad no
        lo son.» Analicemos este Newton menos conocido.






             LA  BIBLIOTECA DE NEWTON

             Una buena idea de los intereses de Newton la da la composición de su biblio-
             teca, que se conoce con bastante detalle tras el estudio que publicó en 1978
             el  bibliotecario John Harrison. Entre los volúmenes de su  biblioteca merecen
             destacarse los libros científicos, que incluyen: alquimia (138) y  química (31),
             es decir, entre ambos, aproximadamente el  9% del total de la biblioteca; ma-
             temáticas (126, o  sea,  el 7 %); medicina y anatomía (57, el  3,5 %);  física (52, el
             3 %); astronomía (33, el  2 %).  Libros no científicos: literatura clásica,  griega y
             latina (149, el 8%); historia (143); obras de referencia (90, el 5%) y, finalmente,
             teología. Entre estos últimos se cuentan: obras generales (205); biblias, tes-
             tamentos y  estudios bíblicos (99);  Padres de la  Iglesia (61);  historia de la
             Iglesia (28); controversias religiosas (28); ritos y costumbres judías (24); otros
             (32); esto es, un total de 477, el 27% de su  biblioteca. Así pues, únicamente el
             25% de los casi 1 800 libros existentes en su  biblioteca en  el  momento de la
             muerte de Newton se pueden clasificar como de contenido científico; hay que
             tener en cuenta, también, que en aquella época en Cambridge era mucho más
             difícil encontrar obras científicas que de otros temas.








                                            MA TEMA TICO Y APRENDIZ DE BRUJO   111
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