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Keynes acabó legando esta colección al King's College de Cam-
                     bridge, donde todavía hoy se conservan.
                         Otro personaje que se dedicó a seguir la pista de los manuscri-
                     tos newtonianos para evitar su dispersión fue el orientalista Abra-
                     ham S.E.  Yahuda,  quien logró adquirir gran parte de los textos
                     sobre teología - intercambió, de hecho, algunos con Keynes-.
                     Yahuda legó su colección a la Jewish National and University
                     Library en Jerusalén, adonde, después de algunos problemas lega-
                     les de herencias, llegó en 1966.
                         La intensísima labor de  estudio de  la obra y  la figura de
                     Newton que se ha llevado a cabo tras la Segunda Guerra Mundial
                     - sin parangón con la dedicada a ningún otro científico- bien
                     puede ser vista como una alegoría de aquella subasta de Sothe-
                     by's, que tuvo la virtud de poner de manifiesto un tesoro prác-
                     ticamente virgen:  las páginas manuscritas de  Newton.  Como
                     primera consecuencia,  se ha producido un cambio en la per-
                     cepción histórica de la figura científica y humana de Newton.
                     La dirección de ese cambio la señala una célebre cita de John
                     Maynard Keynes:

                         Newton no fue el primero de la Edad de la Razón. Fue el último de
                         los magos, el último de los babilonios y sumerios, la última gran
                         mente que se asomó al mundo visible e intelectual con los mismos
                         ojos que aquellos que empezaron a construir, hace 10 000 años, nues-
                         tro patrimonio intelectual.

                         Frente al científico por antonomasia, al padre de la física mo-
                     derna, al descubridor de la ley de la gravedad, al autor de sesudos
                     estudios sobre la naturaleza de la luz y los colores, al inventor del
                     cálculo infinitesimal, ante la imagen de héroe de la razón con cla-
                     rividencia genial que tanto promocionó el propio Newton, sus ma-
                     nuscritos contraponen un personaje más complejo y, por ello, más
                     real. Por un lado, muestran que no sólo estuvo interesado por los
                     asuntos científicos - aunque tuvo épocas-, sino que mayormente
                     dedicó su tiempo a oscuros problemas teológicos, a practicar una
                     alquimia a medio camino entre lo experimental y lo místico. Los
                     manuscritos muestran que  Newton,  además de ser autor de los






         110         MATEMÁTICO Y APRENDIZ DE BRUJO
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