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a participar en la redacción del dictamen. La composición de la ,
          comisión quedó en el secreto y no trascendió públicamente hasta
          mediados del siglo XIX.  La comisión tan solo tardó cincuenta días
          en revisar los documentos y dar el dictamen; en realidad quizá
          fueran muchos días, dado que fue Newton quien redactó casi en
          su totalidad el informe. Tenía cuatro puntos, y aunque no acusaba
          a Leibniz de plagio, sí sembraba suficientes dudas como para que
          se pudiera desprender esa conclusión. El último punto decía:  « Y
          así consideramos que la cuestión apropiada no es quién inventó
          este o aquel método, sino quién fue el primer inventor del método.
          Y creemos que aquellos que han reputado al señor Leibniz como
          el primer inventor sabían poco o nada de su correspondencia de
         mucho antes con el señor Collins y con el señor Oldenburg, ni que
          el señor Newton tuviera ese método quince años antes de que el
         señor Leibniz empezara a publicarlo en las Acta Eruditorum de
         Leipzig. Por estas razones reconocemos que el señor Newton fue
         el primer inventor, y somos de la opinión de que el señor Keill,
         afirmando lo mismo, no ha hecho iitjuria alguna al señor Leibniz».


                    «Con la fuerza de su mente casi divina, y con principios
                        matemáticos peculiannente suyos, exploró el curso
                                                y las figuras de los planetas.»

                             -  FRAGMENTO  DEL  EPITAFIO  DE  NEWTON  EN  LA  ABADIA  DE  WESTMINSTER,

             Al  dictamen del comité se le adjuntaron los documentos y
         cartas sobre los que se había basado -convenientemente anota-
         dos para los intereses de Newton-y todo ello fue publicado con
         cargo a la Royal Society. Se hicieron pocas copias, y la distribu-
         ción -no se puso a la venta- fue  discrecional, pero muy inten-
         cionada. A esta escasez de ejemplares puso remedio Newton en
         1722, seis años después de la muerte de Leibniz, publicando una
         segunda edición, ampliada, que sí se puso a la venta.
             Leibniz se quejó amargamente de la jugada de Newton - «se
         han pronunciado después de haber escuchado a una sola de las
         partes, de tal forma que la nulidad del procedimiento es manifiesta»,





                                              AL FRENTE DE  LA CIENCIA INGLESA   157
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