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draturas, tangentes, máximos y mínimos, centros de gravedad,
etc.; ese eco de lo universal lo encontramos en escritos que Leibniz
redactó al final de su vida, donde viene a reconocer que, a fin de
cuentas, su contribución al cálculo infinitesimal fue un lenguaje
que permitió tratar unificadamente multitud de problemas que
antes recibían tratamientos dispares.
A pesar de que los métodos de cálculo descubie1tos por
Newton y Leibniz eran conceptualmente diferentes, la disputa
acabó produciéndose. Se podría haber evitado si Newton hubiera
publicado los tratados sobre el cálculo que había escrito entre
1669 y 1672, toda vez que Leibniz, que elaboró su versión del cál-
culo durante los años que pasó en París entre 1672 y 1676, estuvo
casi desde su llegada en contacto con los científicos ingleses a raíz
de su visita a Londres en 1673. De hecho, a través de terceros,
Newton y Leibniz intercambiaron varias erutas que fueron crucia-
les en la disputa posterior.
Aunque Newton fue el primero en descubrir y desarrollar su
cálculo, fue Leibniz quien lo publicó antes. En el primero de los
artículos (1684), Leibniz no mencionó a Newton, aunque sí lo
haría en el segundo (1686). Newton hizo referencia a Leibniz en la
primera oportunidad que tuvo; esta no fue otra que la publicación
en 1687 de la primera edición de los Principia. La intención de
Newton bien pudo ser una declaración reivindicando la paterni-
dad del cálculo; pero como hasta entonces no había publicado
nada sobre el asunto, y Leibniz sí, y como, salvo para un reducidí-
simo grupo cercano a Newton, tan1poco eran conocidas las cartas
que intercambió con Leibniz, esa mención se entendió como un
reconocimiento de Newton a Leibniz como inventor indepen-
diente del cálculo infinitesimal.
A partir de finales de 1691, cuatro años después de la apari-
ción de los Principia, las primeras recriminaciones a Leibniz
sobre lo que pudo haber aprendido de Newton empezaron a circu-
lar entre los allegados de ambos. Así, Fatio de Duillier escribía a
Huygens: «La manera en que el señor Leibniz presentó su cálculo
diferencial fue de tal forma una recomposición de lo que tenía el
señor Newton que, comparando, no pude evitar tener la nítida
sensación de que la diferencia entre ambos es la que va de un
152 AL FRENTE DE LA CIENCIA INGLESA