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el tiempo que tarda una manzana en caer del árbol -la visión
simplista del genio que a menudo se asocia con Newton-, y el
proceso arduo, esforzado y prolongado en el tiempo que supone
concebir un germen de idea, depurarla, delimitar lo esencial de
ella de lo que es ganga o incluso error, encajarla con otras ideas,
hasta llegar, trabajosamente y a menudo ayudado por lo que otros
han descubierto o investigado antes, a lo que propiamente es un
descubrimiento -la visión real de lo que Newton hizo-. Así,
nada mejor que detallar el proc~so completo que le llevó a realizar
uno de sus mayores descubrimientos científicos, la teoría de la
gravitación, y a componer los Principia. Este proceso demuestra
que a la manzana prodigiosa hay que añadir una asombrosa capa-
cidad de concentración centrada en un único objetivo. En raras
ocasiones el propio Newton reconoció todo lo que debía a ese
rasgo de su carácter: en una carta fechada el 10 de diciembre de
1692 escribió que debía los Principia solo «a la laboriosidad y al
pensamiento paciente».
Para dar cuenta cabal de todo esto, vamos a dejar a Newton
revisando sus cálculos tras la visita de Halley en agosto de 1684,
DOS VISIONES DIFERENTES DEL GENIO
«Arquímedes, halagado y entretenido de continuo por una sirena doméstica
y familiar -contó Plutarco en su Vida de Marce/o-, se olvidaba del alimen-
to y no cuidaba de su persona; y llevado por la fuerza a ungirse y a bañarse,
formaba figuras geométricas en el mismo hogar, y después de ungido tiraba
líneas con el dedo, estando verdaderamente fuera de sí, y como poseído por
las musas, por el sumo placer que en estas ocupaciones hallaba.» De esta
anécdota, que nos muestra a un Arquímedes lúdico y juguetón, embadurnado
de aceite por una asistenta personal, Newton hizo una versión en clave puri-
tana: «No sé lo que podré parecer al mundo -contó en cierta ocasión-, pero
yo me veo a mí mismo únicamente como si hubiese sido un niño que jugaba
a la orilla del mar, y que se divertía encontrando de vez en cuando un guijarro
más liso y una concha más bella que las normales, mientras que el gran océa-
no de la verdad permanecía sin descubrir ante mí».
LA GRAVITACIÓN Y LAS LEYES DEL MOVIMIENTO: LOS «PRINCIPIA» 37