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el Sol gira cada día alrededor de la Tierra, pero no todos los días
        sigue el mismo recorrido, aunque parece que este se repite aproxi-
        madamente cada 365 días. Si cada día al ponerse el Sol anotamos
        sobre el fondo de las estrellas el sitio exacto por donde se puso,
        observaremos que ese punto avanza cada día más o menos un grado
        hacia el este, completando una vuelta al cabo de un año.  Ese ca-
        mino anual del Sol a través de las estrellas, alrededor del cual se
        arraciman las constelaciones zodiacales, se denomina «eclíptica»,
        y era la línea imaginaria fundamental que usaba la astrononúa pto-
        lemaica para explicar el movimiento del Sol y, en cierta forma, tam-
        bién del resto de cuerpos intermedios -la Luna y los planetas-.
        Aunque estos, con movinlientos independientes unos de otros y en
        relación a las estrellas fijas, tenían otras irregularidades más com-
        plicadas de explicar -la retrogradación, por ejemplo--.


                    «Si he logrado ver más lejos, ha sido porque he subido
                                                    a hombros de gigantes.»
                                  -  ISAAC NEWTON  EN  UNA  CARTA DE  1676 A  ROBERT HOOKE.


            El gran compendio astronónlico que daba cuenta de los deta-
        lles del movinliento de los planetas era el Almagesto del griego Pto-
        lomeo. La cosmología aristotélica era la explicación física adnlitida
        para este movimiento planetario: cada planeta se insertaba en una
        esfera cristalina que giraba sin descanso alrededor de la Tierra.
            Esa visión cosmogónica fue fagocitada por los escolásticos
        medievales que asignaron la fuerza motriz de las esferas a los án-
        geles y arcángeles.  En ese universo,  cada cosa tenía su lugar y
        cada lugar su cosa -no se adnlitía el vacío-; así, el infierno se
        ubicaba en el centro de la Tierra y el Empíreo, donde físicamente
        reside Dios, justo detrás de la esfera de las estrellas fijas.  Todo
        ello fue líricamente recreado en esa guinda poética que para la
        concepción aristotélico-escolástica del cosmos fue la Divina co-
        medía de Dante Alighieri.  El poema épico describe un Paraíso
        dividido en nueve cielos,  organizados según la jerarquía de los
        ángeles: Luna (para los inconstantes), Mercurio (para los ambicio-






                         LA GRAVITACIÓN Y LAS LEYES DEL MOVIMIENTO: LOS  «PRINCIPIA»   39
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