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Siguiendo su hábil método de resolución simple de problemas
complejos, Fermi dejó caer al suelo un montón de papelitos justo
cuando la onda de choque llegaba hasta ellos. Midió su desplaza-
miento utilizando sus propios pasos y realizó una estimación de la
potencia de la bomba que, para sorpresa de todos, días más tarde
coincidiría con los cálculos más elaborados. Fermi estimó que la
energía de la bomba había sido equivalente a la producida por 1 O 000
toneladas de TNT. Tras completar sus cálculos, Fermi se subió a un
tanque Sherman forrado de plomo, junto con el resto de directores
del Proyecto Manhattan y la cúpula militar, para dirigirse al lugar de
la explosión. Allí se había formado un cráter de 365 m de radio que
había quedado recubierto de una capa vítrea sólida, verde brillante,
correspondiente a la arena que se había fundido y solidificado pos-
teriormente. Al nuevo mineral se le bautizó como «trinitita».
El 6 de agosto de 1945, un bombardero B-29, el Enola Gay,
dejó caer sobre Hiroshima a Little Boy, una bomba de uranio-235
que causó casi cien mil víctimas directas. Una bomba de plutonio,
llamadaFat Man, cargada en otro B-29, elBock's Car, arrasó Naga-
saki el 9 de agosto provocando otros cuarenta mil muertos. Miles de
japoneses heridos murieron en las siguientes semanas, y los estra-
gos de la radiación proseguirian años después en las generaciones
futuras. El 14 de agosto, los japoneses se 1indieron ante las dos
mayores masacres instantáneas de la historia de la humarúdad.
El Proyecto Manhattan había culminado tal y como los mili-
tares habían propuesto: ensayando los dos tipos de bomba en la
contienda. Las víctimas civiles eran para ellos un inevitable daño
colateral. Los científicos lo vivieron de otra manera. Los que ha-
bían participado de forma más activa en el proyecto fueron con-
decorados por el general Graves con la medalla al mérito el 19 de
marzo de 1946, en Chicago. Fermi estaba entre ellos, pues, como
concluía en el diploma que le entregaron con la medalla, « ... con-
tribuyó vitalmente al éxito del proyecto de la bomba atómica».
Femri era un héroe de guerra pero tenía la conciencia remo-
vida, como demostró años después en sus alegatos a favor de los
usos civiles de la energía nuclear. El debate interno que le suscitó
haber contribuido a la creación de la peor arma de destrucción
masiva jamás imaginada no le abandonaría nunca.
124 EL PROYECTO MANHATTAN