Page 20 - 26 Fermi
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liras que tenían en libros de segunda mano con los que aprender
                     más ciencia.
                         Una de las obras que más fascinó al joven Fermi fue  el tra-
                     tado del físico y matemático jesuita Andrea Caraffa, Elemento-
                     rum physicae mathematicae, publicado en 1840 y cuya edición
                     en latín consiguió Fermi en el citado mercadillo.  Al  fin,  Fermi
                     había encontrado alguna utilidad al latín, y pronto compartió con
                     Persico aquella genial lectura. El volumen, de más de novecientas
                     páginas, contenía capítulos sobre matemáticas, mecánica clásica,
                     óptica, astronomía y acústica. Y como sucede con las lecturas
                     de juventud, Fermi idealizó aquel tratado.  El análisis del movi-
                     miento de las peonzas, con las que se divertían como tantos otros
                     muchachos, llevó a Femü y a Persico a adentrarse en el estudio
                     de la mecánica del sólido rígido, y a ir más allá del tratado del
                     padre Caraffa. Llegaron a analizar y construir varios giroscopios
                     caseros. El giroscopio, o giróscopo, fue inventado por Foucault
                     en 1852 para comprender mejor los movimientos terrestres, tras
                     haber demostrado la rotación de la Tierra con su famoso péndulo,
                     y era todavía a principios de siglo xx un ingenio mecánico que
                     sorprendía a los jóvenes.
                         Fermi ya poseía en aquella época una capacidad de abstrac-
                     ción única y expresaba con claridad sus ideas e hipótesis, bus-
                     cando la fom1a experimental precisa para corroborarlas. Persico
                     le seguía, a sabiendas de que se encontraba ante un genio poco
                     común. Ambos anügos, años más tarde, en 1926, obtuvieron las
                     dos primeras cátedras de Física Teórica existentes en Italia.




                     EL  INGENIERO AMIDEI


                     Tras la muerte de Giulio, Alberto Fermi se unió más a sus hijos,
                     especialmente a Enrico, quien, tras la salida del colegio, empezó
                     a pasarse por la oficina de su padre para volver juntos a casa. En
                     aquellos encuentros les acompañaba a menudo un técnico -casi
                     ingeniero- de la empresa de ferrocarriles, compañero de Alberto,
                     llamado Adolfo Amidei. El ingeniero Amidei descubrió enseguida





         20          EL NACIMIENTO DEL FOTÓN
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