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ARQUÍMEDES Y EL DESARROLLO DE LA INDUSTRIA NAVAL
             Hasta que Arquímedes no escribió su  tratado Sobre los cuerpos flotantes
             poca gente entendía de verdad lo que significaba flotar.  La clave está en  la
             densidad, no en  el  peso. Su  tratado sirvió como punto de partida teórico
             para  la  empresa naval.  La  segunda parte de su  tratado incluso estudia el
             equilibrio de paraboloides en el agua, sólidos geométricos muy parecidos al
             casco de los barcos.  Durante mucho tiempo solo se  construían barcos de
             madera, pero más tarde se empezarían a utilizar materiales más densos que
             el  agua. Los grandes barcos con cascos de acero flotan en el  agua a pesar
             de que la  densidad de este metal es  muy superior a ella. De  hecho, un pe-
             queño trozo de acero soltado sobre el  agua se  hunde con rapidez. ¿cómo
             pueden los barcos flotar si el acero es  más denso que el agua? La  respuesta
             está en la estructura del propio barco: se debe conseguir que existan huecos
             donde el aire haga que la  densidad del conjunto sea  menor que la  del agua.
             Un  barco,  por tanto, se  hundirá si  el  agua toma el  espacio ocupado por el
             aire. Así ocurrió, por ejemplo, con el  hundimiento legendario del transatlán-
             tico Titanic, en  la  noche del 14 al 15  de abril de 1912.  El  gigante de 270 m de
             eslora y con capacidad para más de 3 500 personas fue incapaz de evitar la
             colisión lateral con un iceberg, el cual produjo varias grietas en el casco, por
             donde el  agua entró inevitablemente en  la  nave.  En  la  actualidad,  y  para
             evitar tragedias como la  del Titanic,  la  industria naval está tendiendo al  uso
             del doble casco -sobre todo en los petroleros-, que posee una barrera de
             separación doble entre los tanques de carga y  el  mar, con lo que las naves
             son menos vulnerables ante una colisión.



















             Imagen del Titanic, el 10 de abril de 1912, cuando comenzaba su  viaje inaugural desde
             Southampton, Inglaterra.









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