Page 128 - 15 Arquimedes
P. 128
La primera de las razones que nos encamina a calificar de le-
yenda el rayo de calor la encontramos en las propias referencias
a la historia. No se encuentran alusiones en las fiables narraciones
de Siracusa por parte de Plutarco, Tito Livio o Polibio.
Si los espejos ustorios hubieran aparecido en la Vida de Mar-
celo u otro relato histórico, sería más difícil dudar de ellos, pero el
verlo omitido de tan importantes fuentes obliga a ser escépticos.
Polibio nació doce años después del asedio de Siracusa, por lo que
posiblemente conocería a testigos directos de la hazaña y no ha-
bría dudado ni un momento en incluirla en sus escritos. No exis-
ten, por tanto, referencias tempranas; de hecho, el primero en
relatar el suceso fue Galeno de Pérgamo, un médico griego del
siglo rr, quien en su obra Los temperamentos llega a decir: «Arquí-
medes quemó las naves enemigas conpureia». Pero incluso esta
primera alusión es confusa, pues según algunos expertos pureia
podría designar los espejos ardientes o cualquier dispositivo
capaz de encender un fuego, por ejemplo, flechas ardientes. Así,
hay que ir al siglo VI para encontrar el primer texto realmente ex-
plícito, de Antemio de Tralles ( ca. 4 7 4-¿ ?) en su tratado Máquinas
extraordinarias. Antemio ha pasado a la historia por ser el arqui-
tecto, junto a Isidoro de Mileto, de la iglesia de Santa Sofía de
Constantinopla, en la actual Estambul. En la obra citada, discute
sobre la posibilidad de incendiar ciertas sustancias mediante la
reflexión de la luz. Aunque admite que Arquímedes incendió las
galeras romanas, también afirma que debería haber usado unos
espejos parabólicos enormes.
El resto de alusiones al rayo de calor son aún más tardías e
incluyen una hazaña equivalente en la figura de Proclo, ingeniero
del emperador bizantino Anastasia I. Así, el historiador griego
Juan Zonaras (siglo xrr) relata que Proclo logró incendiar en Cons-
tantinopla la flota de Vitalino. Se excluyen aquí varias fuentes de
la época y de los siglos posteriores en las que se trata el asunto;
en cualquier caso, todas son de naturaleza secundaria.
La segunda de las razones que da pie a presentar los espejos
ustorios como una leyenda se encuentra, como se ha dicho, en
motivos técnicos y científicos. Muchos hombres de ciencia a lo
largo de la historia han intentado mostrar que se trata de una fá-
128 EL INGENIERO DE LA GUERRA