Page 126 - 15 Arquimedes
P. 126

antiguos por el uso del agua como recurso energético y de _muchos
                     otros tipos. Tanto es así que algunos filósofos defendieron que el
                     agua era el principio de todas las cosas y tuvieron dioses y divini-
                     dades acuáticas. El mar era el día a día como camino y nexo en las
                     relaciones internacionales de los mundos griego y romano.  Por
                     otra parte, la manipulación de las aguas en los ríos era fundamen-
                     tal para todos los hombres de la Antigüedad, de manera que, por
                     ejemplo, los artificios en el Nilo pudieron dar lugar a un mejor
                     aprovechanliento de sus recursos. En cualquier caso, el artefacto
                     ha pasado a las páginas de la historia de la ingeniería como obra
                     de Arquímedes. También Vitruvio describe en uno de sus libros
                     una «cóclea para elevar agua», que en esencia se trata del tornillo
                     o rosca de Arquímedes, aunque no llega a nombrar a este. El inge-
                     nio consiste en una estructura en hélice semejante a un tornillo
                     arrollada en un tubo que se coloca forn1ando un plano inclinado y
                     que se usa para elevar agua o grano gracias a su giro continuado,
                     por lo que se trata de un tipo de «tornillo sin fin».




                     EL RAYO DE CALOR

                     Otra de las historias recurrentes que se cuenta en torno a la figura
                     de Arquímedes es que venció a una de las flotas romanas de Mar-
                     celo haciéndola arder, mediante el reflejo de la luz solar a través
                     de unos grandes espejos, cuando se disponían a tomar Siracusa.
                     La historia se conoce como «el rayo de calor de Arquímedes» o
                     «los espejos ustorios de Arquímedes».  El término ustorio pro-
                     viene del latín y significa «el que quema». Vamos a ver que no se
                     trata más que de otra de las leyendas que la literatura ha atribuido
                     a nuestro personaje, aunque en ocasiones este tipo de proezas se
                     antoja cierto, pues es sabido que un trozo de cristal sobre hojas
                     secas es una fuente de peligro de incendio. Para refutar la veraci-
                     dad del ingenio vamos a presentar dos argumentos: la carencia de
                     fuentes históricas fiables y las difíciles condiciones necesarias
                    para que las naves se incendiaran, siguiendo este procedimiento,
                     desde el punto de vista científico.






         126        EL INGENIERO DE  LA GUERRA
   121   122   123   124   125   126   127   128   129   130   131