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antiguos por el uso del agua como recurso energético y de _muchos
otros tipos. Tanto es así que algunos filósofos defendieron que el
agua era el principio de todas las cosas y tuvieron dioses y divini-
dades acuáticas. El mar era el día a día como camino y nexo en las
relaciones internacionales de los mundos griego y romano. Por
otra parte, la manipulación de las aguas en los ríos era fundamen-
tal para todos los hombres de la Antigüedad, de manera que, por
ejemplo, los artificios en el Nilo pudieron dar lugar a un mejor
aprovechanliento de sus recursos. En cualquier caso, el artefacto
ha pasado a las páginas de la historia de la ingeniería como obra
de Arquímedes. También Vitruvio describe en uno de sus libros
una «cóclea para elevar agua», que en esencia se trata del tornillo
o rosca de Arquímedes, aunque no llega a nombrar a este. El inge-
nio consiste en una estructura en hélice semejante a un tornillo
arrollada en un tubo que se coloca forn1ando un plano inclinado y
que se usa para elevar agua o grano gracias a su giro continuado,
por lo que se trata de un tipo de «tornillo sin fin».
EL RAYO DE CALOR
Otra de las historias recurrentes que se cuenta en torno a la figura
de Arquímedes es que venció a una de las flotas romanas de Mar-
celo haciéndola arder, mediante el reflejo de la luz solar a través
de unos grandes espejos, cuando se disponían a tomar Siracusa.
La historia se conoce como «el rayo de calor de Arquímedes» o
«los espejos ustorios de Arquímedes». El término ustorio pro-
viene del latín y significa «el que quema». Vamos a ver que no se
trata más que de otra de las leyendas que la literatura ha atribuido
a nuestro personaje, aunque en ocasiones este tipo de proezas se
antoja cierto, pues es sabido que un trozo de cristal sobre hojas
secas es una fuente de peligro de incendio. Para refutar la veraci-
dad del ingenio vamos a presentar dos argumentos: la carencia de
fuentes históricas fiables y las difíciles condiciones necesarias
para que las naves se incendiaran, siguiendo este procedimiento,
desde el punto de vista científico.
126 EL INGENIERO DE LA GUERRA