Page 28 - 15 Arquimedes
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tosco,  así que fue  desviada de la atención de los filósofos y se
                     consideró como parte de las artes militares. Sabemos por Plu-
                     tarco que Arquímedes no dejaría nada escrito sobre sus ingenios,
                    pues «tenía por innoble y ministerial toda ocupación en la mecá-
                     nica».  Sin embargo,  «fue  el tirano Hierón quien estimuló hacia
                     ellos su ambición, persuadiéndole que convirtiese alguna parte de
                     aquella ciencia de las cosas intelectuales a las sensibles, y que,
                     aplicando sus conocimientos a los usos de la vida, hiciese que le
                     entrasen por los ojos a la muchedumbre». El culto que tuvo Arquí-
                    medes por la geometría llegó a tal punto que pidió a los de su
                     entorno que esculpieran uno de sus resultados matemáticos como
                     epitafio. Así lo cuenta Plutarco:

                        Habiendo, pues, sido autor de muchos y muy excelentes inventos,
                        dícese haber encargado a sus amigos y paiientes que después de su
                        muerte colocasen sobre su sepulcro un cilindro con una esfera ins-
                        crita en él, poniendo por inscripción la razón del exceso entre el
                        sólido continente y el contenido.

                        Hoy el epitafio está perdido, aunque parece que en el siglo
                    r a.c. aún estaba visible, según narra el escritor romano Cicerón
                    (106-43 a.C.) en Disputaciones tusculanas:


                                                   .
                        [ ... ] busqué el rastro de su tumba .. y la encontré rodeada y cubierta
                        de zarzas y matorrales; pues recordé ciertos versos sobre su tumba
                        que había oído, según los cuales se habían colocado encima de su
                        sepultura una esfera y un cilindro. Así pues, después de mirar cuida-
                        dosamente alrededor (pues hay un gran número de tumbas en la
                        Puerta Agrigentina), descubrí una pequeña columna que se elevaba
                        un poco sobre los arbustos, sobre la que había la figura de una esfe-
                        ra y un cilindro ... Se enviaron esclavos con hoces ... y cuando se hubo
                        abierto paso, nos aproximamos al pedestal frente a nosotros; el epí-
                        grama fue fácil de encontrar con alrededor de la mitad de las líneas
                        legibles, mientras que la últin1a parte estaba completan1ente raída.

                        Quizá nunca lleguemos a saber cómo fue Arquímedes en su
                    quehacer diario, cuáles fueron los detalles de las anécdotas rea-





         28         UN SABIO EN LA ANTIGÜEDAD
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