Page 333 - Edición final para libro digital
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—Buenos días señores.
                    Los dos mandos superiores se miraron sorprendidos. Ninguno de
                 ellos había comunicado la presencia de Ariel allí, y no comprendían
                 porque Sabel aparecía en escena. No era el caso del viejo Kachka,
                 que había sido quien le llamara nada más conocer el traslado de su
                 hijo.
                    —Buenos días —respondieron casi al unísono todos los presen-
                 tes.
                    —Comandante Sabel. ¿A qué se debe su visita? —preguntó Ta-
                 back.
                    —Me he enterado de que el capitán Kachka fue secuestrado por
                 hombres de Boulus Musleh, y que ha sido gracias a los hermanos
                 Hasbúm que ha podido escapar de Gaza con vida.
                    —Eso parece ser, según la versión del capitán. Pero en todo caso,
                 su situación en Gaza fue consecuencia de un acto de indisciplina.
                 Algo inaceptable en un oficial hebreo.
                    —Señores No deberíamos apresurarnos en quitar conclusiones.
                 Ustedes y yo sabemos muy bien cuales han sido las razones por las
                 que hemos enviado al capitán Kachka a negociar el intercambio de
                 prisioneros a Gaza. Quizás deberíamos tener en cuenta las conse-
                 cuencias que ello tuvo en sus relaciones personales.
                    —No somos quienes para justificar los motivos que le han lle-
                 vado a cometer tan grave falta. Nuestro deber es ponerlo en manos
                 de la justicia militar. Serán los jueces quienes valoren sus razones y
                 dictaminen en consecuencia —insistía Taback.
                    —Conozco a David Kachka desde que éramos sólo adolescentes.
                 Tengo la absoluta certeza de que el compromiso de su hijo con el
                 ejército es firme. Además, no dudo lo más mínimo de su honor.
                 Puedo asegurar que la intención del capitán Kachka no ha sido en
                 ningún momento desertar. Sus intenciones son para mí dignas de
                 admiración. Si bien su actuación no ha sido la más adecuada. Pero
                 pienso que todo esto bien podría no salir de este despacho. Ustedes
                 tienen suficiente mando como para dejar este incidente en una sim-
                 ple anécdota.
                    Peres mostró su disposición a zanjar el asunto, tal como proponía
                 Sabel. Sin embargo, Taback se mostró reticente.

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