Page 337 - Edición final para libro digital
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guna de que ambos se amaban de verdad. Tenía la seguridad de que
serían muy dichosos juntos, y que con el tiempo también a Rebeca
le haría feliz ver a su hijo con Fatma. Además, muy pronto serían
abuelos, y ese nuevo ser les uniría definitivamente.
David Kachka dejó a su hijo en el cuartel y se dirigió a su casa.
También Rebeca se alegraría al saber que Ariel estaba bien y que,
casi con seguridad, no recibiría ningún castigo por su ocurrencia. El
viejo Kachka se sentía satisfecho. Más contento que nunca. Fatma
le había caído muy bien desde el primer momento y Ariel saldría
bien parado de todo aquello. Pero, sobre todo, muy pronto iba a ser
abuelo, y eso sí habría de llenar su existencia.
Desde su jubilación, su vida se había vuelto monótona y algo
aburrida, a pesar de los esporádicos trabajos que hacía en los juzga-
dos, y de poder pasar mucho más tiempo con su esposa, a la cual
amaba incondicionalmente. Pero un nieto era su mayor deseo. Tan-
to él como Rebeca soñaban con volver a disfrutar de un pequeño
revoltoso que diese un nuevo impulso a su decadente optimismo.
Podría abandonar definitivamente el trabajo y dedicar todo su tiem-
po a la atención de su esposa y a su nuevo descendiente.
También a los que, muy probablemente, habrían de llegar más
adelante.
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