Page 341 - Edición final para libro digital
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—Te comprendemos, y estamos dispuestos a ganarnos nueva-
mente tu respeto —dijo Sabil.
—Si queréis recuperar mi estima deberéis aceptar a Ariel tam-
bién como un hermano. Espero un hijo suyo y muy pronto seremos
una familia. Sólo tendréis cabida en ella si vuestros corazones tie-
nen cabida para los judíos. Por mi parte, hace muchos años que he
aceptado nuestra convivencia en paz. Sólo lamento que no todos los
hebreos piensen como Ariel ni todos los palestinos piensen como
yo. De ser así, este maldito conflicto se terminaría de una vez para
siempre.
—Por mi parte, te aseguro que aceptaré a Ariel como un herma-
no —sentenció Nabir.
—Yo haré lo mismo —dijo Sabil.
—Eso espero. Ahora vamos a mi apartamento. Nos establece-
remos allí hasta que encontréis un trabajo y os instaléis por vuestra
cuenta.
—¿Es que te has comprado un apartamento? —preguntaron am-
bos extrañados—. ¿Tanto dinero has ganado?
Mientras se dirigían hacia el edificio donde vivieran los ancianos
Maher, Fatma les contó a sus hermanos todo cuanto le había sucedi-
do desde que, muchos años antes, dejaran de verse.
Mientras tanto, los enfrentamientos continuaban por toda Gaza.
Hacía mucho tiempo que no se daban tales pugnas entre los dos
bandos. Los hombres de Ezzeddin Al-Qassam disparaban a los sol-
dados judíos parapetados en las azoteas y las viviendas de la ciudad.
Cumplido su objetivo huían rápidamente, mezclándose entre la
población civil y utilizando túneles y sótanos interconectados para
desplazarse. Varios cientos de milicianos complicaban la tarea de los
militares hebreos, en tanto otros pequeños grupos, aprovechando
el desconcierto general, instalaban varias baterías de cohetes Khai-
bar-1; cuya capacidad de desplazamiento, unos 160 Kilómetros,
podría alcanzar fácilmente la ciudad de Haifa. Con aquel nuevo
armamento Tel Avid no significaba para Hamás un objetivo lejano.
Dos de esas baterías estaban operativas desde hacía días en un
viejo galpón situado a menos de tres kilómetros de la frontera nor-
te, en el barrio de Bayt Lahiya. El lugar, cercano a la laguna, era
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