Page 344 - Edición final para libro digital
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en la becaria un dolor mucho mayor que el que pudiese sentir por
              sus lesiones. Pronto, pudo ver como metían a Nabir en una de las
              ambulancias. El joven se movía, e incluso intentaba incorporarse.
              Aquello tranquilizó a Fatma, que aguardaba impaciente a que ter-
              minasen de hacerle las curas para poder buscar a Sabil. Veía como
              trasladaban a los heridos justo delante de ella, pero no consiguió
              reconocer a su hermano mayor. Quizás su cuerpo se encontrase
              debajo de una de aquellas cubiertas doradas que se podían ver re-
              partidas alrededor del socavón que dejara en la calzada el mortal
              artilugio.
                 Comenzaron a llegar más policías, bomberos y furgones fune-
              rarios. Fatma continuaba sin localizar a Sabil, y ni siquiera entre
              los cuerpos sin vida que le fueron permitiendo comprobar pudo
              reconocer a su hermano. Visiblemente afectada por lo ocurrido, su
              preocupación se centró en su otro familiar. Preguntó a donde se
              habían llevado a Nabir. Alguien le indicó que había sido evacuado al
              Assuta Hospital, al norte de la ciudad. Fatma solicitó que le dejasen
              un teléfono para poder llamar a Ariel y se puso en contacto con el
              joven. Atropelladamente, a consecuencia de su nerviosismo, le con-
              tó lo ocurrido.
                 —Ariel, me encuentro en Etsyon Gever, cerca del Bloomfield
              Stadium. Ha habido una gran explosión y hay muchos muertos y
              heridos.
                 —Lo estoy viendo en las noticias. Parece ser que ha sido un misil
              lanzado desde Gaza. Pero… ¿Cómo es que te encuentras en ese lu-
              gar? ¿No estabais en Ascalón, tú y tus hermanos? —preguntó Ariel
              evidentemente alterado.
                 —Así es, pero esta misma mañana nos han trasladado a la comi-
              saría de distrito, en Tel Avid, para interrogarnos.
                 Ariel soltó una serie de improperios que Fatma no pudo entender,
              pero que sin duda alguna expresaban la rabia que sentía el oficial.
                 —¿Tú te encuentras bien?
                 —Sí. Tan sólo tengo unos pequeños cortes en la frente. Pero me
              van a trasladar al French Hospital para hacerme un chequeo.
                 —Ahora mismo salgo para allá.
                 —Pero…, ¿no estás aún bajo arresto?

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