Page 340 - Edición final para libro digital
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sin excesivas medidas de seguridad, podían deducir que no estaban
              siendo tratados como sospechosos. Quizás el objetivo de aquel inte-
              rrogatorio fuese corroborar la versión de Ariel sobre lo sucedido, y
              no comprobar la peligrosidad de los palestinos. Desde el momento
              en que los hijos de Ibrahin fueran entregados a cambio de los pri-
              sioneros hebreos, sus expedientes delictivos habían sido archivados.
              Esa había sido una de las condiciones de aquel trato, impuesta por
              David Kachka cuando aceptó intermediar en el asunto. Por lo tanto,
              mientras los dos jóvenes no volviesen a delinquir no tendrían deudas
              pendientes con la justicia.
                 De todos modos, sus identidades y su antigua actividad eran bien
              conocidas por las autoridades. De ahí que no fuesen inmediatamen-
              te liberados; como sí lo fue Fatma. Pero la becaria no quiso abando-
              nar las dependencias policiales hasta no ver salir también a sus her-
              manos. Quería estar segura de que ninguno de los dos comprometía
              a Ariel en sus declaraciones. Mas sólo podría conocer el resultado de
              las mismas cuando ellos terminasen de hablar con los investigadores.
                 Casi una hora después de ser conducidos a las salas de interroga-
              torio, los hermanos de Fatma salieron a su encuentro.
                 —¿Cómo ha ido? —fue lo primero que les preguntó la becaria.
                 —Creo que muy bien —respondió Nabir—. Me he ceñido es-
              crupulosamente al guion que habíamos pactado.
                 —¿Y tú qué tal? —le preguntó a Sabil.
                 —Lo mismo. Tan sólo he respondido lo que acordamos.
                 —Espero que hayáis sido fieles a vuestra palabra.
                 —Sigues sin confiar en nosotros —le dijo Nabir— Sé que te he-
              mos hecho mucho daño con nuestra actitud todos estos años, pero
              ahora sólo deseamos tu perdón. Todo cuanto hacemos por Kachka
              es porque deseamos tu ventura. Nos haría muy felices que volvieses
              a querernos como hermanos y que confíes definitivamente en no-
              sotros.
                 —Dado vuestro comportamiento hasta ahora, considero que he
              confiado mucho más de lo que cualquier otra persona lo haría. Pero
              os toca a vosotros ganaros mi respeto y mi cariño nuevamente. Hay
              recuerdos que son imborrables, aunque se ponga toda la voluntad
              en olvidar.

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