Page 345 - Edición final para libro digital
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—Solicitaré un permiso especial. Si no me lo conceden abando-
                 naré el cuartel bajo mi responsabilidad.
                    —No te busques más problemas por mi causa. Yo me encuentro
                 bien. Tan sólo me preocupan mis hermanos.
                    —¿Qué ha sido de ellos?
                    —A Nabir se lo han llevado al Assuta Hospital. De Sabil no sé
                 nada. Creo que ha muerto.
                    —Bueno. No te preocupes. Me reuniré contigo en un par de
                 horas.
                    —Si consigues permiso para abandonar la base, te agradecería
                 que pases antes por el Assuta para informarte de cómo se encuentra
                 Nabir.
                    —Así lo haré. Te quiero.
                    Ariel dio por terminada la conversación y se dirigió inmedia-
                 tamente a la oficina del almirante Peres. No permanecería allí sin
                 hacer nada mientras Fatma estaba en el hospital, padeciendo sus
                 propias heridas y el dolor que le causaba la incertidumbre de no
                 conocer el estado de sus familiares.
                    —Señor —le dijo resolutivo a su superior—, el misil que ha im-
                 pactado en Tel Avid ha caído justo en el lugar donde se encontraba
                 mi prometida. Solicito su permiso para abandonar la base e ir a Tel
                 Avid.
                    —¿Ella está bien? —le preguntó Peres.
                    —Ha resultado herida. Ahora mismo la están llevando al hospi-
                 tal.
                    El almirante dudó un momento. Ariel estaba bajo arresto y él
                 mismo se jugaba una sanción si le autorizaba a salir de la base. Pero
                 estaba seguro de que Kachka regresaría en cuanto comprobase el
                 estado de su prometida. Además, nadie tendría por qué enterarse. Al
                 fin y al cabo, allí era él la máxima autoridad.
                    —Está bien, Capitán. Puede ir. Pero recuerde que sigue bajo
                 arresto. Mañana le quiero de vuelta en el cuartel antes del mediodía.
                    —Muchas gracias mi coronel. Aquí estaré.
                    Ariel salió apresuradamente de la oficina. Cogió su coche en el
                 aparcamiento, y condujo hasta la Kvish Hahof, donde aceleró más
                 de lo debido para llegar cuanto antes al lugar de la tragedia.

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