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CAPÍTULO 38.











                     atma y sus hermanos permanecieron toda la tarde en el cuartel
                     de Ascalón. No fue hasta casi entrada la noche cuando les comu-
                Fnicaron que serían alojados en un hotel. A la mañana siguiente,
                 un coche oficial de la policía les trasladaría a Tel Avid, donde les
                 tomarían declaración. Fatma, que carecía de antecedente alguno, no
                 sería sometida a investigación; lo que le facilitaría instalarse ya en el
                 piso heredado de los Maher. Podría contactar con Ariel y, si todo sa-
                 lía como esperaban, comenzar con los preparativos pertinentes para
                 organizar su vida en pareja y disponer en unos meses la llegada de
                 su primer hijo.
                    Durante las largas conversaciones que desde el día anterior ha-
                 bían mantenido los hermanos Hasbúm y Ariel, habían acordado lo
                 que dirían al ser interrogados los unos y el otro. Fatma confiaba en
                 que ninguno de sus hermanos le fallase en el último momento. A
                 pesar del evidente arrepentimiento de ambos, la palestina seguía sin
                 confiar plenamente en ellos.
                    A primera hora de la mañana, un furgón de la policía de As-
                 calón, con sólo tres agentes en su interior, pasó por el hotel en el
                 que habían pernoctado los Hasbúm, para llevarlos a Tel Avid. An-
                 tes de las diez llegaban a la comisaría de distrito, muy próxima al
                 Bloomfield Stadium. Por el lugar al cual habían sido trasladados,


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