Page 131 - Mucho antes de ser mujer
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José Manuel Bermúdez
no había muerto, Elena estaba muy nerviosa y podría haberse con-
fundido.
—Ya, ya. Pues ahora ya sabéis lo que ha ocurrido, como com-
prenderéis no puedo dejaros ir así como así, podríais acarrearme
problemas.
Aquellas palabras me hicieron temer lo peor, aquel hombre
parecía darnos a entender que nos mataría a los tres. No sé si fue
por miedo o por atrevimiento, pero no pude evitar intervenir en la
conversación.
—No tiene que preocuparse de nosotros, no hablaremos con
nadie de esto pero, por favor, déjennos ir.
—¿Tú eres la novia de éste? —me preguntó señalando a Mi-
guel.
—No, somos sólo compañeros de la escuela.
Mientras le respondía miré a Miguel como si quisiese discul-
parme por una imperdonable mentira; hubiese querido encontrar-
me en otra situación para manifestarme afirmativamente y poder
conocer la reacción de Miguel; pero la situación no era propicia
para jueguecitos sentimentales.
—Eres muy jovencita pero te ves muy bien. Tú no das la im-
presión de consumir drogas, ¿qué haces con ésta, también te pros-
tituyes?
Al escuchar aquello me sorprendí hasta el punto de girarme
bruscamente hacia Elena, quien mantenía la mirada fija en el suelo.
Ya sabía de los problemas de Elena con las drogas, pero nada me
había dicho de cómo financiaba su vicio. Al verla cabizbaja, pade-
ciendo, además del temor que nosotros sentíamos, la humillación
a la que la estaba sometiendo aquel personaje, sentí una enorme
pena. Intentando mantener el tipo ante el atrevimiento de aquel
imbécil respondí con toda la dignidad de la que pude hacer gala.
—Yo no necesito prostituirme, tengo una familia y pronto
comenzarán a buscarme si no regreso. Conozco a Elena de cuando
éramos pequeñas y sólo quería ayudarla, debería dejar que nos va-
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