Page 153 - Mucho antes de ser mujer
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José Manuel Bermúdez

                 —Tendremos que avisar a su marido para que se haga cargo de
            ella, ¿tú sabes dónde viven, verdad?
                 —Sí, pero tendremos que ir allí, no tengo su teléfono.
                 —Está bien, ve rápido y dile que venga, pero no le digas que
            su mujer ha muerto, sólo que se encuentra mal; mejor no preocu-
            parlo antes de tiempo.
                 Sara salió corriendo de la casa, la distancia entre las dos vivien-
            das no alcanzaba un kilómetro, por lo que ni siquiera quiso tomar
            el autobús; decidió hacer el camino corriendo para llegar antes. Fa-
            tigada y sudorosa llamó con insistencia a la puerta, incluso a gritos,
            para llamar la atención del señor Socril con el convencimiento de
            que se encontraría en la casa, pero, lógicamente, el propietario no
            estaba allí, hacía días que se había marchado y nadie sabía a dónde;
            fue una vecina quien le comunicó a Sara lo ocurrido y la puso al
            tanto de la separación de la pareja.
                 Sara regresó junto a su madre cuando aún permanecían los
            servicios de emergencias en la casa y la señora Daris los estaba po-
            niendo al tanto de las circunstancias de aquel deceso.
                 —No conocíamos prácticamente de nada a esta señora, noso-
            tras no podemos encargarnos de ella.
                 —Esta mujer ha fallecido en su casa, alguien tendrá que en-
            cargarse de su sepelio una vez finalizada la autopsia.
                 —No lo entiende, ella vino para hablar con mi hija sobre una
            sobrina que desapareció hace meses, no la conocíamos de nada,
            ¿cómo vamos a encargarnos de ella? —insistió la madre de Sara.
                 —Algún familiar tendrá. Si conocen su nombre pueden ave-
            riguar en qué compañía tenía el seguro y llamarlos para que ellos
            se hagan cargo.
                 El médico y los dos acompañantes se alejaron en la ambulan-
            cia dejando a madre e hija con un inesperado problema. Tal como
            le indicara el médico, llamaron, al azar, a una compañía de seguros
            para que las informasen, con tan buena suerte que era la misma
            compañía a la que pertenecía la difunta. Aquella llamada les resultó


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