Page 156 - Mucho antes de ser mujer
P. 156

Mucho antes de ser mujer

            desatender a su conciencia. Durante muchos meses había dado por
            buena la versión de la fuga a pesar de lo improbable que resultaba
            que no se hubiese comunicado con nadie, al menos para tranqui-
            lizar a los suyos; pero lo ocurrido aquel día despertó en ella una
            nueva inquietud. Si la señora Forcano había ido a verla para averi-
            guar algo sobre su sobrina, era de suponer que tenía la certeza de
            poder encontrarla, y esa misma idea comenzaba a rondar la cabeza
            de Sara. Quizás con un poco de ayuda lograría llegar a saber dónde
            se había metido Ana todo aquel tiempo y si en realidad continuaba
            viva. En ese momento prefirió no decirle nada a su madre, ya que
            ésta lo desaprobaría, pero se propuso hacer todo lo posible por loca-
            lizar a su amiga. En su tiempo libre investigaría el caso, le excitaba
            la idea de llevar a cabo una acción de aquella naturaleza e, incluso,
            en su fantasiosa mente adolescente, se regocijaba imaginando con-
            vertirse en una heroína si conseguía encontrar a su amiga.
                 Al día siguiente, después de comer, Sara le dijo a su madre que
            iría con Tania al parque, pero una vez salió de la casa se dirigió al
            centro, al mismo local donde hacía unos meses se habían encontra-
            do con Miguel. Durante varias horas recorrió las calles altas de la
            ciudad sin conseguir ver a ninguno de los amigos de éste, tampoco
            encontró a nadie que le pudiese dar alguna pista que le ayudase a
            arrancar con la investigación. Durante tres días consecutivos volvió
            a recorrer los mismos lugares hasta que la suerte se puso de su lado
            cuando vio entrar en la hamburguesería a Sonia, la ex novia de
            Miguel. Se introdujo en el local inmediatamente después de ella
            y se dirigió directamente a la mesa que esta ocupara. Sonia no la
            reconoció, sólo la había visto una vez y muy fugazmente, no la re-
            cordaba y le extrañó que una desconocida quisiese hablar con ella.
            Sara le solicitó permiso para sentarse a su lado y ambas pidieron
            unas Coca-Colas antes de comenzar a charlar.
                 —Hola Sonia, ¿me recuerdas?
                 —No, no tengo idea de quién eres, ¿para qué quieres hablar
            conmigo?


                                       — 155—
   151   152   153   154   155   156   157   158   159   160   161