Page 154 - Mucho antes de ser mujer
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Mucho antes de ser mujer

            un alivio ya que al poco tiempo se presentaron en la casa dos em-
            pleados de la funeraria y se hicieron cargo de los preparativos para
            las  exequias de la muerta, si bien solicitaron a Sara que localizase
            a sus familiares para solucionar el papeleo, una vez se hubieron
            marchado los dos hombres, el hogar de Sara retomó su relativa
            normalidad.
                 —Pobre mujer, tanto como ha sufrido desde la falta Ana; la
            abandona su marido y ahora esto. ¿Qué me querría preguntar? —le
            comentó Sara a su madre.
                 —No lo sé, pero imagino que probablemente algo sobre su
            sobrina, debía de estar pasando un verdadero calvario, sin una sola
            noticia sobre ella, sin saber si está viva o muerta; tuvo que ser ho-
            rrible.
                 —Quizás estaba intentando buscarla y por eso quería que yo
            le dijese algo, he hablado varias veces con ella desde que Ana des-
            apareció y nunca ha asumido que pudiese estar muerta, tenía la
            esperanza de que volvería en cualquier momento. Tendríamos que
            encontrar la manera de avisar a su marido, ¿no crees? —le preguntó
            la adolescente a su progenitora.
                 —Sería lo apropiado, pero, ¿cómo vamos a localizarle?, no
            sabemos dónde puede estar.
                 Sara se quedó un momento pensando, intentaba recordar al-
            gún detalle que pudiese orientarle para localizar al señor Socril. Su
            rostro se iluminó al recordar que Ana le había hablado una vez de
            su tía Eleonor, una hermana de su tío Enrique. Era muy probable
            que él se hubiese ido a vivir con su hermana, o al menos que ella
            supiese dónde encontrarle. Ambas fueron directamente en busca
            de la guía telefónica y se afanaron en encontrar a alguna Eleonor
            Socril, sólo tenían el primer apellido y confiaban en que la línea
            no estuviese contratada con el nombre de su marido o tendrían un
            problema, pero la suerte les acompañó una vez más; tan sólo una
            Eleonor Socril aparecía en el listín, cruzaron los dedos y marcaron
            el número.


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