Page 196 - Mucho antes de ser mujer
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Mucho antes de ser mujer

            encuentro era trascendental y no podía fallar en mi exposición,
            aunque me daba mucha confianza el hecho de que Susana estuviese
            conmigo, ella era una veterana en aquellas lides y siempre podría
            echarme una mano si fuese necesario, además, sólo su presentación
            ejercería un efecto intimidatorio en los chicos, Relaciones Públicas
            de Meeting and Entertainment, aquello sonaba a persona con po-
            der y los amigos de Miguel siempre habían servido al poder de un
            líder.
                 Sobre las cuatro de la tarde llegó Susana, nos saludamos y su-
            bimos juntas a hablar con mi padre.
                 —Hola Rodrigo, —fue Susana la primera en dirigirse a él.
                 —Hola, qué milagro las dos juntas aquí, algo venís a pedirme,
            seguro.
                 —Pues la verdad es que sí, Ana quisiera salir a comprase algo
            y me ha pedido que yo la lleve.
                 —Es peligroso que pueda conocerla alguien.
                 —Ya hemos pensado en eso, iremos a la ciudad del norte, hay
            menos de una hora en coche y allí nadie la conoce, además yo estaré
            todo el rato con ella, no debes preocuparte.
                 —No sé, creo que sería mejor esperar algo más para comenzar
            a abandonar la finca.
                 —Anda, no seas tan desconfiado, no nos separaremos ni un
            momento y nadie nos verá en esta ciudad, que es donde podrían
            reconocerla; antes de las nueve habremos regresado.
                 La insistencia de Susana y mi silencio suplicante convencieron
            al duro de Rodrigo que, finalmente, accedió, aunque no de muy
            buena gana.
                 Ambas salimos de allí sonriendo, lo más difícil estaba conse-
            guido; pero nos quedaban aún por delante unas complicadas ac-
            tuaciones que, de no salirnos bien, podrían dar al traste con todo
            cuanto habíamos conseguido hasta el momento.
                 Eran las cinco en punto cuando Susana detuvo el coche al borde
            de la carretera, junto al puente; arrimado a la barandilla, se encon-


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